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¿Odias la Navidad? No eres el único

Si eres alérgico al alumbrado navideño de las calles, no soportas el pavo, los langostinos o los adornos de Papá Noel, y rechazas de plano las compras a golpe de villancico, no le des más vueltas: odias la Navidad. Pero si te consuela saberlo no estás solo y tu tribu parece que va en aumento

Hay pocas festividades del calendario que provoquen reacciones tan extremas como la Navidad, los hay que las adoran mucho, muchísimo, y están deseosos de que lleguen, y los hay que no quieren ni oír mentarlas y las odian con toda su alma.

Los sentimientos frente a las navidades están muy ligados a la situación familiar, personal o social, afirma el vicepresidente de la Asociación Española de Psiquiatría Privada (ASSEP), José Antonio López Rodríguez.

Las navidades, refiere, tienen siempre un punto melancólico, se recuerda a quienes se han ido, producen tristeza y si no hay niños pequeños en la familia, que son los que aportan ilusión, puedes no sentirte a gusto.

A ello se suma el consumismo desbordado que se ha impuesto en estas fechas y que borra la esencia original de todo lo que toca.

En su consulta son “muchos” los que  le comentan que les gustaría desparecer durante estos días. No tienen un estímulo familiar, ven que todo es consumismo y de alguna manera eso de ser buenos y felices por decreto ley les provoca rechazo.

Según este especialista, hay una tendencia al alza de gente a la que no le gusta la Navidad tal y como está planteada hoy en día.

En este sentido, López Rodríguez entiende que lo ideal sería darle una vuelta, darle otro sentido, tanto si eres religioso como si no, volver a los orígenes.

“Pero soy pesimista porque el avance del consumismo es tan brutal que se lo está cargando todo: navidades, semana santa, entierros, todo….”

Es, en definitiva, una festividad que “levanta y revuelve muchas cosas, y, en general, para los pacientes que trato son fechas melancólicas y sin que produzcan depresión, sí ocasionan mayor melancolía y desde hace quince, veinte días es una tema recurrente en la consulta”.

También, apunta, puede haber casos de personas que sienten la pérdida de  su infancia y juventud y en estos casos aflora la añoranza, o se pueden presentar casos de problemas o rencillas familiares. Hermanos, cuñados, tíos o primos con los que te cuesta compartir mantel.

EFE/Juan Carlos Hidalgo

Un par de testimonios

“Ahora desde el mes de octubre ya empezamos a hablar de las navidades y supone tal saturación que te empuja ya de antemano a rechazarlas, explica María Martínez, una abogada de 42 años a la que no le cuesta confesar que pertenece a la “tribu” de los que odian la Navidad, en el sentido coloquial del término.

Si pudiera, asegura, me iría al Caribe , pero “no puedo”. El exceso de familia, la concentración de tanto familiar durante tantos días seguidos, “me provoca estrés”.

Además está muy presente el recuerdo de su madre, que era el alma de la familia, junto al “consumismo brutal”, que deplora,  y la obligación de cenas, copas, comidas con familiares, amigos, compañeros de trabajo….

Jesús Brumal,  54 años y de profesión liberal, tampoco le tiene mucho aprecio : “Parece que estés obligado a ser feliz y a sentir afecto por tu familia en esos días específicos”.

Considera asimismo que son fechas “muy mercantilizadas, de consumo desorbitado“, en el que se despilfarran bienes tan preciados como la energía.

De pequeño le gustaban, pero ahora definitivamente le sobran. El único lado positivo que le ve a estas fechas es  que puedan suponer unos días de asueto. EFE

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