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Efemérides: música, fascismo, terrorismo

Según el diccionario de la RAE efemérides es “acontecimiento notable que se recuerda en su aniversario”.

Estos días pasados han llegado tres, diferentes pero con significados profundos, todos ellos de muertes, 17 años de la de Enrique Urquijo, 41 de Franco y 16 de Ernest Lluch, aunque esta cabe definirla como asesinato.

Cada 17 de Noviembre, fecha fatídica en la que perdimos a Enrique Urquijo, quiero dedicarle mi recuerdo y humilde homenaje. Se cumplen diez y siete años desde que su vida se truncó en una calle de Madrid. Se quebró como un juguete roto por la vida, estaba solo o quizás con una mala compañía y a muchos se nos heló el corazón al enterarnos. A todos aquellos que admirábamos su música, la poesía de sus letras a veces amargas como la vida misma, impregnadas de soledad y amargura. Un chico triste autor de canciones tristes.

Esa misma soledad se extendió a quienes nos emocionábamos con sus palabras musicadas en las tardes de cualquier otoño como el que se lo llevó, quizás porque sentíamos lo mismo que él aunque nos faltara su creatividad, su sensibilidad a flor de piel. Hoy de nuevo volvemos a temblar al recordarlo.

Canciones de amor pero especialmente de desamor (dicen que las más bellas canciones se escriben en ese estado), de tristeza, llenas de poesía, de pasión salidas de lo más profundo del ser humano, de esos terrenos que hoy apenas nos atrevemos a pisar. Caricias hechas canción, cataratas de emociones que te hacían SENTIR, así con mayúsculas, y al mismo tiempo vivir, cuando él estaba dejando de hacerlo.

Ese terrible día uno volvió a recordar a su hermano pequeño fallecido unos años antes, comprendiendo que al perder a Enrique lo perdías de nuevo. El hermano real también músico como él, líder y compositor de un grupo de rock que se pateó los locales de Madrid allá por final de los 70 y principios de los 80: RETALES. Por eso las veces que hemos coincidido con su hermano Álvaro ambos han estado presentes en nuestra conversación.

Pero también nos dimos cuenta que perdíamos a un compañero de viaje en esto del vivir de manera especial, a un amigo. Alguien que entendía lo que hemos sentido en numerosas ocasiones, que era capaz de transformarlo en letras, en canciones que te llegaban muy dentro.

Ahora la mayoría de los jóvenes no lo conocen, quizás sus canciones hoy suenen demasiado densa, complejas, melancólicas en un momento que se impone la música de usar y tirar, igual que las relaciones humanas. Quizás les atemorice porque activa sensaciones casi desaparecidas. Pero no entienden que al no escucharlas, al no saber saborearlas se pierden un tesoro, no podrán explorar un territorio sagrado.

Enrique se nos fue, nos hemos quedado huérfanos del hermano músico, pero nos queda su obra ésa que te hace despertar en medio de un mundo oscuro, gris y anodino, con la pena de no poder escucharle nuevas historias, nuevas melodías. Aún nos acompañan en los viajes, o en las tardes de otoño como ésta y quizás lo sintamos cerca.

Nuestro “amigo” nuestro “compañero de viaje” Enrique Urquijo seguirá vivo mientas sigamos vivos los que aún escuchamos y somos capaces de sentir su música. Nos seguirá acompañando en nuestros bajones, en los momentos de penumbra, de pena o desamor, y nos levantará el ánimo, nos hará un poco más felices al comprender que no somos los únicos. ¡Qué pena que se vaya la buena gente y se queden los canallas!

El mejor homenaje que te podemos dedicar es escucharte, saborearte despacio como te gustaba a ti.  Descansa en paz Enrique Urquijo, gracias por haber sido así.

El domingo 20 de hace 41 años Franco dejaba de existir. Circulando el pasado sábado por las calles de Pamplona, en una manifestación por la libertad y contra el fascismo dudé de que efectivamente fuera así. Estaba nuevamente allí intentando frenar la posibilidad de que Franco y sus ideas sigan vivas, recordando aquella madrugada gris y tenebrosa.

La recuerdo como si fuera hoy, la reunión de gentes del PCE unas horas antes con la sombra de una época más negra aún que algunos preveían. Recuerdo el recorrido en mi SEAT 600 hasta mi lugar de trabajo sin saber muy bien como saldría de allí.

No fuimos capaces de derrotarlo en las calles, en las fábricas y universidades pero de allí salió una generación curtida en esa batalla que hoy aún seguimos en las trincheras. “Así se forjó el acero”. Gentes antifascistas, inconformistas, librepensadoras, republicanas, ateas y un pelín utópicas, ingenuas que observamos con estupor que hoy también gobiernan sus sucesores del PP.

Aquella madrugada me llega la imagen de mi desayuno con mi compañera en el tránsito por la vida en aquel momento, en silencio, apenas algún comentario sobre lo que podría pasar. Ambos militábamos en el PCE, ella en la fábrica Estándar donde trabajaba, yo en la Universidad y en Artes Gráficas, se hablaba de la “noche de los cuchillos largos”, que la extrema derecha camparía a sus anchas este día, detenciones, quizás desapariciones….

No teníamos miedo, pero fue un desayuno extraño, como de despedida. Luego en el viaje que siempre hacíamos juntos hacia la zona de Atocha, en nuestro SEAT 600, hablamos de prepararnos por si nos detenían, antes habíamos “limpiado” la casa y ese día la despedida lo fue más aún, más intensa, más emotiva. La vi caminar hacia la entrada de si fábrica volviéndose cada 10 metros y saludándome con la mano con un intento de sonrisa.

Pensé que quizás era la última vez que podía verla, los dos teníamos un historial en la BPS y éramos candidatos firmes a ser afectados por la represión y un estremecimiento me recorrió el cuerpo.

Estas cosas no se cuentan, quizás porque siempre estamos en los grandes hechos y olvidamos que las pequeñas anécdotas son las más importantes, son las que conforman nuestra historia personal.

Hoy miro por mi ventana y recuerdo ese momento, observo el panorama y me vuelvo a estremecer.

Por último el lunes 21 hace 16 años asesinaron a un compañero de lucha por el diálogo y el entendimiento, mi compañero del alma Ernest Lluch.

Fue como un directo al mentón que me tiró casi a la lona. Mantenía con él la misma línea de pensamiento respecto al conflicto vasco y a la actividad de ETA y fueron a por él, como antes a por otro amigo: Juan Mari Jáuregui, porque precisamente atacaban a los constructores de puentes, esos que intentaban dinamitar con sus armas.

Al final de la manifestación que recorrió las calles de Barcelona como repulsa por su asesinato, la periodista Gemma Nierga, que fue la encargada de leer el manifiesto final, se saltó el guion pronunciando una frase que dejó seco, con cara de póker, al duro José María Aznar allí presente y por entonces Presidente del Gobierno: “Estoy convencida de que Ernest, hasta con la persona que lo mató, habría intentado dialogar; ustedes que pueden, dialoguen, por favor».

Fue como puñetazo que la sociedad civil a través de Gemma, daba en la mesa de unos políticos enquistados en la confrontación y la guerra. Esa reflexión se pronunciaba después de un infame asesinato y en un momento muy duro de la banda terrorista ETA.

Viene ahora a mi memoria aquella famosa frase que quizás marcó el devenir de la solución de un conflicto que parecía eterno e irresoluble, observando la tensión centro-periferia actual. Se refería Gemma a la necesidad de solucionarlo por la vía del diálogo y el entendimiento entre muy diferentes y de alguna manera así se hizo, aunque fuera de manera minoritaria, paciente y discreta. Hoy 16 años después aquella situación ha cambiado radicalmente, aunque alguna parte continúa inalterable.

Me pregunto ahora que veo otra dura confrontación, en éste caso entre el Estado y Catalunya, si Gemma no debiera haberla pronunciado de nuevo, también en las calles de Barcelona, o directamente la semana pasada en el hemiciclo del Parlamento español.

Dialoguen, dialoguen entre las izquierdas, dialoguen con los diferentes.

Efemérides, diversas, complejas, pero que merecen ser recordadas, porque el olvido es lo más terrible que puede ocurrir.

José Luis Úriz Iglesias, afiliado al PSC viviendo en Navarra

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