Escuchar a la presidenta de “todos” los navarros, manifestar su solidaridad con el pueblo de Alsasua ante las detenciones de varios de sus vecinos, que presuntamente solo querían “linchar” – majos ellos -, a dos guardias civiles que, simplemente, estaban disfrutando con sus parejas de un momento de ocio, es como si en lugar de meter a la cárcel al ladrón, se mete en ella a quien ha sido robado por dicho ladrón. El mundo al revés.
La población navarra de Alsasua, la cercana a Echárri Aranáz y los pequeños municipios que conforman el valle de Araquil o Burunda y la comarca y municipio de Leiza conforman lo que para los entendidos puede denominarse todavía, “Territorio comanche” o lo que es lo mismo, aquellos lugares donde la presión del ‘mundo abertzale’ sigue siendo una realidad que asfixia, que intimida, que sojuzga a todos aquellos que no comulgan y se oponen a los objetivos de este ‘mundo’.
La señora presidenta del gobierno de Navarra, parece no recordar, que antaño estas comarcas estaban llenas de industria y que cuando llegaron los violentos, cuando llegó la presión del ‘mundo abertzale’, la industria tuvo que marcharse, perseguida y atemorizada, sumiendo a estas comarcas en la crisis y en la desesperación.
No extraña, de todas las maneras, esta postura por parte de la presidenta navarra. Durante años, los partidos que conforman la coalición llamada Geroa Bai, a la que pertenece, han “mirado para otro lado” ante la barbarie terrorista y han apoyado con sus silencios la labor de los asesinos. Además, el peaje que debe pagar a los abertzales de Bildu, para que la mantengan en el gobierno, obliga a la adopción de situaciones tan esperpénticas como las vividas estos días.
Una vez más el gobierno y la presidenta de Navarra incumplen, eso de lo que tanto presumían, que iban a gobernar, que iba a ser la presidenta de todos los navarros.
Andrés Valencia, profesor de historia