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OPINIÓN: Un libro premonitorio

En realidad, todo está inventado. Nos empeñamos en enfrentarnos a los problemas como si fuéramos los primeros seres humanos que los hacemos frente, pero casi nunca hay nada nuevo bajo el sol.

El otro día estaba leyendo sobre teoría matemática de juegos y me topé por casualidad con la referencia de un libro escrito en 1957 por Anthony Downs, titulado “Una teoría económica de la democracia”.

Anthony Downs es un economista americano, que ejerció de profesor en la Universidad de Chicago. En su libro (al parecer, uno de los más citados en el campo de las ciencias políticas), Downs analiza matemáticamente los comportamientos del electorado en una democracia. Y algunos de sus análisis reflejan perfectamente la naturaleza de la crisis a la que hoy se enfrenta el PSOE.

Imaginen que trazamos un eje izquierda-derecha y que representamos en ese eje el número de votantes españoles para cada ubicación ideológica. En una democracia representativa sana, decía Downs, lo que obtendremos será una curva con un cierto máximo que va disminuyendo hacia ambos lados. Ese máximo podrá estar escorado hacia la izquierda o hacia la derecha, según que la sociedad en su conjunto sea más de izquierdas que de derechas o viceversa, pero lo importante es que habrá un solo máximo: la mayoría de los votantes tenderán a concentrarse en una cierta posición. En esas circunstancias, si lo que tenemos es un sistema bipartidista, ambos partidos tenderán forzosamente a irse hacia ese máximo, a parecerse el uno al otro, porque se puede demostrar matemáticamente que ubicarse en una posición central es lo que proporciona el mayor número de votos. Y, por supuesto, para los dos partidos resultará muy sencillo llegar a acuerdos en muchos temas, porque en realidad compartirán la mayoría de sus planteamientos fundamentales.

Por el contrario, si una democracia está muy polarizada, si el sectarismo se hace norma, la curva de ubicación ideológica podría tender a aplanarse, haciéndose el máximo central menos acusado. O incluso podrían aparecer en la curva dos máximos, uno a la izquierda y otro a la derecha, que reflejarían la división de la sociedad.

En esas circunstancias, la estrategia óptima para los partidos ya no sería situarse en el centro, sino colocarse cada uno de ellos en uno de los máximos; es decir, reflejar la polarización de la sociedad diferenciando claramente sus planteamientos. Y automáticamente pasa a ser muy difícil buscar el consenso y alcanzar acuerdos, porque cualquier intento de acercamiento a tu rival es interpretado por tus electores como una traición.

Por supuesto, la relación entre partidos y sociedad es realimentada: no solo es que los partidos traten de reflejar la composición ideológica de la sociedad, sino que tratan también de influir en ella. Los partidos pueden, por ejemplo, azuzar el sectarismo para así modificar la forma de la curva y poder diferenciarse de su rival. O pueden, por el contrario, tratar de disminuir la división social, para así crear una democracia más sana.

Parece que Downs hubiera elaborado sus teorías en 1957 pensando en los problemas a los que ahora se enfrenta el PSOE. Son tantos los años de azuzar el sectarismo desde el Partido Socialista, que la sociedad se ha polarizado hasta extremos enfermizos. Y ahora, de repente, las matemáticas electorales y la quiebra del bipartidismo obligan al PSOE a buscar acuerdos con un Partido Popular al que hasta ahora se había demonizado. Pero la polarización de sus electores hace que ese acercamiento al PP, que sería natural en cualquier democracia sana, sea interpretado por sus votantes como una traición.

Tampoco es que tenga mayor importancia el tema, porque al fin y al cabo el libro de Downs no es sino una manera inteligente de tratar de formalizar matemáticamente conceptos que, bien mirados, son de simple sentido común. Pero me hizo gracia ver tan bien reflejada la crisis actual del PSOE en un libro escrito en 1957, hace casi sesenta años.

Visto que el PSOE está preso de la trampa que él mismo ha contribuido a crear, la pregunta que cabe hacerse ahora es: ¿será el Partido Socialista capaz de aprender de sus errores? ¿Será capaz de asumir que en una democracia sana el primer mandamiento consiste en no azuzar el sectarismo irracional? ¿Será capaz el PSOE de hacer pedagogía de la tolerancia y el consenso entre sus votantes?

Aunque las cosas han llegado a un punto donde quizá exista una pregunta previa: en caso de que el PSOE tuviera propósito de enmienda, ¿dispondrá del tiempo suficiente para enmendar sus errores, o desaparecerá antes?

Luis del Pino, Director de Sin Complejos en esRadio, autor de Los enigmas del 11-M y 11-M Golpe de régimen, entre otros. Analista de Libertad Digital.

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