El primero de los tres debates a los que se van a enfrentar los candidatos a la presidencia de EEUU ha dejado las cosas como estaban. Las encuestas post debate, reflejan que los indecisos no se han movido un milímetro en sus posturas, con lo que la pretendida igualdad entre ambas candidaturas continua.
Con respecto a lo dicho por el señor Trump y la señora Clinton, candidatos por el partido republicano y demócrata respectivamente, poco se puede decir, puesto que ambos utilizaron las consignas que querían oír sus potenciales electorales, apenas innovaron, apenas hubo un enfrentamiento “cara a cara” entre ambos. Todo parecía estudiado, hasta el punto de que el propio moderador del debate tuvo que hacerse oír cortando las intervenciones de ambos candidatos, sobre todo a Trump, para que se notara que estaba ahí. Estaba todo tan preparado que si no hubiera habido moderador, no hubiera importado. Turnos cada 15 minutos daban poco pie al debate improvisado, al debate bronco, airado.
Desde el punto de vista del espectáculo, se echo en falta una defensa más numantina y un ataque más directo. En varios momentos pareció que los candidatos se libraban de los temas más espinosos, porque su rival no incidía, no les atacaba suficiente. Trump promete “no ser tan bueno” en el próximo debate. Y Clinton responde hablando de moderación y de respeto entre todos.
En suma, un debate lógico, al ser el primero y esperarse dos más, que quiso retener a los votantes fijos que tiene cada candidato y que aportó poco o nada, puesto que todo estaba dicho con anterioridad.
