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ANÁLISIS: Aguas embotelladas: ¿cuál es la adecuada para mí?

ANÁLISIS: Aguas embotelladas: ¿cuál es la adecuada para mí?

El agua es fundamental para la salud. Y el agua embotellada es un muy habitual en la alimentación. Conviene tener información sobre ella. No olvides mirar las etiquetas. Simón David Rodríguez es experto en nutrición y tecnología de los alimentos. En este artículo describe y clasifica estas aguas y explica sus propiedades y beneficios

 

EPA/Wu Hong
EPA/Wu Hong

Licenciado en Ciencia y Tecnología de los alimentos y Diplomado en Nutrición Humana y Dietética, Simon David Rodríguez ha trabajado como cocinero y nutricionista, y ahora desarrolla sus conocimientos y su especialidad en una empresa, centrado en la calidad y la seguridad alimentaria. También tiene un blog, Nutritecno.

Aguas embotelladas: ¿cuál es la adecuada para mi?

por Simón David Rodríguez

Atrás quedaron los días en los que el agua embotellada, a la que se le atribuían propiedades curativas, se vendía en farmacias con la etiqueta de “agua mineromedicinal”.

Esas aguas envasadas – que respondían al interés de la población por los balnearios europeos- son ahora productos alimentarios sometidos a estrictos controles de calidad y seguridad que cuidan y preservan su pureza original.

Simón David Rodríguez/Foto facilitada por el experto

Simón David Rodríguez/Foto facilitada

por el experto

Ya no se venden en farmacias, pero su diferente composición en minerales puede ofrecer beneficios para la salud: es una “bebida natural con efectos saludables, que aporta minerales esenciales para el buen funcionamiento de nuestro organismo”, según el Instituto de Investigación de Agua y Salud (IIAS).

Pero, ¿en qué se diferencian las aguas embotelladas? ¿Cuáles son los tipos de aguas con minerales? ¿Hay alguna mejor que otra?

Clasificación

Existen diferentes tipos de clasificaciones de aguas, pero las que nos podemos encontrar para beber embotelladas básicamente son tres: las minerales naturales, las de manantial y las potables preparadas.

Las aguas minerales naturales se obtienen directamente de manantiales o fuentes perforadas y poseen una composición mineral específica; las de manantial son captadas directamente de la superficie, y son puras microbiológicamente, pero sin las características de las aguas minerales; y el resto son aguas potables preparadas de diversas procedencias y tratadas para que cumplan los requisitos de consumo público.

Más del 96% del agua envasada que podemos encontrar en los estantes de cualquier establecimiento corresponde a aguas minerales naturales, casi un 2% es agua de manantial, y el resto son potables preparadas, según datos de la Asociación Nacional de Empresas de Aguas de Bebidas Envasadas (ANEABE).

Agua para todos

Para su consumo como bebida envasada, el código alimentario español especifica nueve tipos: aguas bicarbonatadas, sulfatadas, cloruradas, ferruginosas, sódicas, hiposódicas, cálcicas, flouradas y magnésicas.

No olvides mirar las etiquetas de las aguas embotelladas/Foto: Paola Bruni

No olvides mirar las etiquetas de las aguas embotelladas/Foto: Paola Bruni

Si sufres de acidez y de digestiones pesadas, puede que el agua bicarbonatada tenga algo que decir a tu favor; con una concentración en bicarbonato que supera los 600 miligramos el litro (mg/l), es un agua con poder buffer –que mantiene estable el pH-, y favorece la tarea de los fermentos pancreáticos y la acción saponificante de la bilis.

Un estudio publicado en “European Journal of Nutrition” demostró que con medio litro de este tipo de agua en las comidas se puede conseguir una reducción de entre un 6% y un 15% de los lípidos en sangre durante la digestión.

Las aguas cloruradas (más de 200 mg/l de cloro) también agilizan la digestión, ya que estimulan la secreción de ácido clorhídrico y la motilidad gástrica -lo que produce una acción beneficiosa sobre la vesícula biliar- pero, sobre todo, son antidiuréticas.

La información está en las etiquetas/Foto: Paola Bruni

La información está en las etiquetas/Foto: Paola Bruni

Si padeces de estreñimiento, las aguas sulfatadas -que contienen al menos 200 mg/l de sulfatos- pueden ayudarte, pues se comportan como purgantes y actúan sobre la vesícula biliar, activando el movimiento intestinal.

Se denominan “aguas magnésicas” las que cuentan con más de 50 miligramos por litro de magnesio. Poseen un efecto diurético, son levemente laxantes, y se utilizan en procesos para aliviar el estrés y la ansiedad. Además, ayudan a fijar el calcio en los huesos, lo que también sirve para aquellas personas con tono muscular bajo.

Las aguas que tienen más de 1 miligramo de hierro por cada litro de agua se catalogan comoaguas ferruginosas y nos pueden ayudar a tener una hemoglobina sana, es decir, con los niveles de hierro apropiados. Recordemos que el hierro es esencial para transportar el oxígeno en sangre.

Si sufres de presión arterial, litiasis o afecciones renales, el agua adecuada para ti es lahiposódica: son aguas con menos de 20 miligramos de sodio por litro, y al ser ‘baja en sodio’ es fácilmente absorbible, lo que favorece la diuresis.

Cuando el agua posee más de 200 mg/l de sodio (diez veces más que las aguas que se consideran hiposódicas) se denominan “aguas sódicas”: no son indicadas para personas con la tensión arterial alta, pero pueden tener un efecto “alcalinizante” de la orina, lo que puede ayudar a eliminar pequeños cálculos. También son favorables para las alteraciones del aparato digestivo.

Contraluz de una mujer mayor bebiendo una botella de agua. Efesalud.com

EFE/Ricardo Ferro

Las aguas que nos pueden ayudar a prevenir laosteoporosisson lasaguas cálcicas, que contienen más de 150 mg/l de calcio. Además, son útiles en casos como la colitis o como cura de diuresis en inflamación de las vías urinarias.

Las aguas fluoradas, –aquellas que contienen más de 1 miligramo de fluoruros por litro- fueron avaladas para prevenir las caries por varios ensayos en los Estados Unidos, como medida de salud pública.

La utilización del flúor en el agua de bebida ha contribuido notablemente a contrarrestar la epidemia de caries que ha acompañado a las sociedades desarrollas por la escalada del consumo de azúcar.

El abanico de posibilidades es muy amplio, pero no existen aguas mejores que otras, ni tampoco aguas minerales naturales iguales entre sí. Solo existen diferentes tipos, que podemos beber dependiendo de nuestra situación; eso sí, siempre es aconsejable, antes de tomar conclusiones propias, acudir a personal sanitario para informarnos en profundidad de todos los beneficios que pueden llegar a ofrecernos.  SIMÓN DAVID RODRÍGUEZ

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