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OPINIÓN: De “La rendición de Breda” a la vergüenza del Flamenco Fire

Últimamente se desarrollan  vivencias que te hacen rebelarte, decir Basta ya!, y aunque esté de moda el silencio mi mente me lleva a nadar contra corriente y así me siento esta mañana como mi Blog “Peleando a la contra”.

Soy el único en las tertulias a las que voy, en los escritos que público, que defiende que detrás del NO a Rajoy debe venir un Gobierno alternativo, que Pedro Sánchez debe dar un paso al frente y el resto apoyarle: #180masque170. ¿Cómo es posible que esté tan solo en ese empeño? ¿Me puede traer consecuencias negativas porque mi voz resulte molesta?

Incluso el domingo observando entre indignado y decepcionado el paripé de la firma de un acuerdo vacio, de una nueva tomadura de pelo intolerable me reafirmaba en esta sensación. Un análisis pormenorizado de las 150 propuestas firmadas permite afirmar que efectivamente no ha sido “El pacto de los Toros de Guisando” ese que el PP intentó ridiculizar en el pacto anterior, sino simplemente “La Rendición de Breda”. Ciudadanos así no sólo ha quedado vapuleado sino también en el más absoluto de los ridículos, con los pantalones bajados hasta los tobillos.

¿No debiera estar como consecuencia de esta inmensa tomadura de pelo más de medio país, si no en la calle como sería lógico, al menos planteando, gritando que una nueva etapa es posible?. ¿Que debemos intentar un gobierno alternativo al que plantean estos dos marxistas, de Groucho, que cambian de principios como de camisa?

Hoy más que nunca debiéramos ser muchos quienes defendiéramos esta propuesta para nuestro futuro pero observo a mí alrededor y siento casi la soledad, apenas unas voces como si la gigantesca campaña de lavado de cerebro nos hubiera desactivado, adormecido. Hoy, aquí, libremente grito: Basta ya! 180 son más que 170 y se debe intentar.

También me he manifestado en contra de que no se permita a Otegi presentarse a las elecciones del 25-S en Euskadi. Esta posición genera rechazo e incomprensión entre los míos y silencio en los suyos. Es más, sabiendo mi posición han evitado que mi firma apareciera en el manifiesto a su favor. ¿Para que no estuviera un socialista?

Del mismo modo durante el fin de semana tuve una dura confrontación con el alcalde de EH Bildu de Villava-Atarrabia, mi pueblo. Que otro año más destroce los nervios del vecindario con una concentración de batukadas de tres días de duración es como para llevarle al Juzgado. 11.000 habitantes en 1 Km2 no es el lugar más adecuado para hacerlo. El ruido es tortura señores de Bildu, sí, sí, esa tortura que ustedes, y yo les apoyo, denuncian que no deben sufrir, pues el resto tampoco. ¿Dónde han dejado su espíritu ecologista? ¿Dónde su rechazo a la tortura?

Resulta curioso que muchos de los impulsores de este “evento” estarán en contra del maltrato animal, yo también, pero ¿por qué no están con más razón del maltrato a las personas? Porque señores de Bildu estos días yo me siento maltratado, torturado por el brutal ruido que ustedes generan. Por cierto ¿se han parado a observar la reacción en los perros ante él?

El remate y quizás el más doloroso fue mi asistencia al concierto del Flamenco Fire organizado en Pamplona con el apoyo del Gobierno de Navarra. Sí, sí, el del cambio. Me apunto  a la cena porque me advierten es la única manera de tener mesa, me advierten que durante la actuación no se puede cenar ni tomar consumiciones, lo cual parece evidente para no molestar a los artistas y para eso debo ir a las 21.30, dos horas antes del inicio del espectáculo. Así lo hago. Me sitúan en el córner porque dicen que he sido el último en reservar. Hasta ahí todo lógico.

Me resulta extraño observar que las mejores mesas para cenar, las situadas justo enfrente del escenario, están vacías, incluso en la hora de comenzar el espectáculo, las 23.30. Pregunto sobre esta circunstancia al no entender cómo me han notificado que está todo ocupado. Parece ser que son reservas de la organización e invitaciones de políticos. Insisto que sigo sin entender que estén vacías, silencio.

Pero lo peor estaba por venir. Masificación absoluta en el resto del local y ese centro de favoritismo seguía vacío 10 minutos más tarde de la hora de comienzo. Pasa el tiempo y la gente se impacienta, silbidos, palmas hasta que uno de los organizadores sube al escenario a explicar que estamos esperando a que los Vips que han ido a ver a Farruquito (hay que tener estómago para hacerlo) vengan. Bronca monumental, gritos, indignación, malestar que en un acto con la colaboración del Gobierno del cambio pasen estas cosas.

Comienza el espectáculo media hora más tarde mientras incomprensiblemente comienzan a entrar los VIP con el ruido consiguiente. ¿Cómo se permitió hacer esperar a cientos de personas? ¿Cómo se permitió que esta gente entrara tarde ya comenzado el espectáculo hasta al menos una hora después? ¿Cómo se les sirvió cenas? ¿Cómo se les sirvieron copas con el consiguiente trajín de camareras y ruido si no estaba permitido? ¿Cómo se permitió el lamentable espectáculo de lo mejor de la sala vacio y el resto estrujados? ¿Dará explicaciones la Consejera de Cultura del Gobierno del Cambio? Porque os aseguro que si hubiera sido UPN el colaborador yo lo denunciaría igual, aunque no sé si el resto harán lo mismo.

Fue una verdadera vergüenza más parecida a la España de señoritos y lacayos, de ciudadanía de primera y de segunda. ¿Dónde queda el espíritu del cambio cuando se permiten estas cosas, con gentes de esa nueva política sujetos activos del desvarío? Alguien debe asumir responsabilidades, al menos por mi parte las exijo, aunque probablemente en soledad.

Cuatro casos que me dejan especialmente molesto, y algo decepcionado con una sociedad en la que cada vez me siento menos cómodo. ¿Soy un bicho raro? ¿Me he vuelto un viejo gruñón que protesta por todo? ¿O simplemente soy un verso suelto que no se calla ni bajo el agua ante las injusticias y desmanes, los hagan los míos o los otros?

Las respuestas como decía Dylan están en el viento. Por eso sigo y seguiré peleando a la contra.

José Luis Úriz Iglesias, afiliado al PSC viviendo en Navarra

Artículo de opinión anterior OPINIÓN.- Investidura: insistamos, 180 son más que 170

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