Últimas noticias

OPINIÓN: Las almas de la sombra y del reflejo

OPINIÓN: Las almas de la sombra y del reflejo

Los calusa fueron una tribu que habitaba el sur de Florida y que consiguió resistir durante casi dos siglos a todo intento de colonización por parte de los españoles. El primer contacto con ellos se produjo en 1513, cuando Ponce de León, el descubridor de Florida, fondeó en sus costas. Sin embargo, los calusa atacaron a los españoles y estos tuvieron que retirarse. Otros cuatro intentos, entre 1517 y 1539, de establecer relaciones o fundar una colonia corrieron idéntica suerte. Como resultado de una de esas escaramuzas moriría el propio Ponce de León, alcanzado por una flecha cuya punta estaba envenenada con la savia del árbol de la muerte, muy común en las costas caribeñas.

En 1566, el explorador Pedro Menéndez de Avilés consiguió por fin firmar un tratado de paz con los calusa y establecer una misión jesuita en su capital. Llegó incluso a casarse con la hermana del jefe de aquella tribu de irreductibles. Sin embargo, tres años después volvían a estallar las hostilidades y los españoles se vieron obligados a abandonar la misión y el territorio.

El hecho de que aquellas costas pantanosas no contuvieran riquezas de ningún tipo contribuyó a desincentivar el interés por establecer allí una colonia. Después de fracasar el intento de misión jesuita, apenas hubo un par de enfrentamientos bélicos durante los siguientes 130 años, motivados por las guerras que los calusa solían entablar con otras tribus cercanas, aliadas de los españoles.

En 1697, frailes franciscanos realizan un segundo intento de establecer una misión en territorio calusa, pero de nuevo fracasaría el proyecto a los pocos meses.

La historia de los calusa llega a su fin en 1702, cuando tribus indias aliadas de los ingleses comenzaron a hacer incursiones en las costas de Florida en busca de esclavos. Los calusa, carentes de armas de fuego, fueron presa fácil de quienes no venían a establecer ninguna misión, sino directamente a reducir a sus habitantes a la esclavitud. Una década después, en 1711, los calusa habían sido diezmados; los españoles rescataron a 270 de ellos y los trasladaron a Cuba.

Y en 1763, cuando España cede Florida a Inglaterra por el Tratado de París, los españoles trasladaron también a Cuba a los supervivientes de los calusa y de otras tribus de Florida masacradas por los ingleses o por sus aliados indios, que se habían ido refugiando en las costas del sur de la península. Y así desapareció de la historia aquel pueblo de indios aguerridos e independientes, cuyos últimos supervivientes terminarían mezclándose con la población cubana, perdiéndose su rastro.

Sabemos poco de los calusa. Desconocemos prácticamente todo, por ejemplo, acerca de su idioma, que se perdió con ellos. Pero sí que nos han llegado algunos datos acerca de sus costumbres y de su organización social, gracias entre otros a un español que naufragó en las costas de los calusa y vivió con ellos 17 años.

Una de las razones por las que los calusa resistieron a todos los intentos de conversión es, probablemente, que su organización social dependía fuertemente de sus creencias religiosas. Una pequeña casta, casi sacerdotal, de nobles era la encargada de actuar de intermediario entre los dioses y los calusa. Y, por supuesto, esos nobles vivían a costa de todos sus restantes compatriotas. Un cambio de creencias religiosas hubiera supuesto mucho más que renunciar a sus dioses ancestrales: para los nobles calusa, hubiera sido el fin de su modo de vida. Así que no es de extrañar que los dirigentes calusa hicieran todo lo posible porque su pueblo rechazara todo contacto con los españoles. La aversión a ‘los otros’, a los extranjeros, es una potente arma de dominación en manos de una casta privilegiada.

Tenían unas creencias curiosas en materia de religión. Creían en la existencia de tres dioses: el dios del mundo físico, el de la guerra y el del gobierno. Y creían – fíjense qué concepto tan sugerente – que cada persona tiene no una, sino tres almas: una de esas almas reside en nuestras pupilas, la segunda en nuestra sombra y la tercera en nuestro reflejo. El alma de la pupila permanece en el cuerpo de los fallecidos, pero las almas de la sombra y del reflejo se encarnan en animales después de morir nosotros.

Hoy, la sombra y el reflejo de los calusa se han perdido. Aunque al menos nos quedan estos pequeños retazos históricos para tratar de imaginarnos lo que fue la vida de aquellos antiguos habitantes del sur de la Florida.

Luis del Pino, Director de Sin Complejos en esRadio, autor de Los enigmas del 11-M y 11-M Golpe de régimen, entre otros. Analista de Libertad Digital.

Artículo anterior OPINIÓN: Por qué estoy en contra de prohibir el burkini

About The Author

Otras noticias publicadas

Responder

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies