Hace ya algunos meses, el primer ministro británico David Cameron, amenazaba a la Unión Europea con marcharse -pedia el Brexit a sus votantes- sino le solucionaban la llegada de inmigrantes provenientes de la guerra siria, vamos que no quería la llegada de refugiados.
Cuando obtuvo de la Unión Europea (UE) las ventajas suficientes, cambió y pidió a sus votantes permanecer en la UE. El resultado de tanto vaivén político se acaba de comprobar, su carrera política ha terminado y el Reino Unido dejará de pertenecer a la UE.
El tratado de Lisboa, el último de los grandes tratados europeos, establece claramente el «derecho unilateral» de retirada de todos los miembros de la Unión, por lo que basta, a partir de hoy mismo, que el Reino Unido notifique al Consejo Europeo su voluntad de dejar de pertenecer a la UE.
Cameron ya se ha referido a ello, diciendo que el no va a iniciar el proceso, es decir la notificación al Consejo Europeo de que Reino Unido tiene voluntad de «salir» de la UE. Ha afirmado, en un intento de ganar tiempo, que deja a su sucesor que inicie el proceso.
En momentos, como estamos, de incertidumbre política y económica, este hecho supone un duro golpe para todos.
Los sueños de los fundadores de la Unión se dilyen.
Para este país supone un duro golpe. Inversiones, exportaciones y turismo van a caer estrepitosamente. Mal panorama.
Mientras tanto, aquí, en España, los políticos pensando solo en su sillón.