El gobierno vasco está informando a los presos de ETA de todas las posibilidades que tiene el sistema jurídico actual a la hora de conseguir beneficios penitenciarios. Es más, les está animando a acogerse a dichos beneficios para conseguir el objetivo final, cual es, su libertad o, como mínimo, una reducción significativa de su condena.
El hecho en sí mismo, ya supondría una falta de respeto hacia las innumerables víctimas de su barbarie. Lo que no parece entendible es que lo haga un gobierno que, por ejemplo, hace pocos días, homenajeaba a los policías vascos asesinados por los terroristas, o que, según sus palabras, tanto hace por las víctimas.
Más bien parece que rinde homenaje a quienes, de forma violenta, luchaban por unos mismos ideales.
Que hoy los asesinados por ETA, sus familias, los cuerpos y fuerzas de seguridad no están de moda, está claro. Pero hay unas «líneas rojas» que no deberían sobrepasarse. Todo lo que beneficia a los presos de ETA es una línea roja que se sobrepasa y que genera mucho dolor a las víctimas. Y eso, no esta bien.