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32,6 millones de personas en el mundo han sobrevivido al cáncer, de las cuales, un millón y medio se encuentran en España, y se prevé que exista un incremento de un 50% para el año 2020
El dato tiene en cuenta a aquellas personas que han vivido sin enfermedad más de cinco años tras un diagnóstico de cáncer y que, sin embargo, tienen necesidades que el sistema de salud no atiende.
Con motivo del Día Internacional del Superviviente de Cáncer, que se celebra mañana viernes, día 3, la vicedecana y profesora de la Facultad de Enfermería de la Universidad de Navarra Cristina García-Vivar ha querido subrayar la importancia de implantar un ‘Plan de cuidados para supervivientes’ similar al que existe en otros países.
Este plan es requisito para mejorar la atención sanitaria a estas personas. “Para ello, debemos crear puentes entre la oncología y la atención primaria, poner en marcha y testar modelos de cuidado en supervivencia, desarrollar guías nacionales para la formación de profesionales o mejorar el uso de recursos y potenciar la investigación en este ámbito”, mantiene la profesora.
Este tipo de iniciativas ya se encuentran sistematizados en otros contextos como en EE. UU., pero todavía no ocurre así en el sistema español. En ellos, “la enfermería tiene un rol importante en la valoración y registro de posibles secuelas y necesidades de información, en la educación y manejo de síntomas, la promoción de la salud y estilos de vida saludables y en la propia coordinación de los programas”.
Según la vicedecana de Investigación, las personas que han superado esta enfermedad presentan con frecuencia secuelas físicas, como déficit cognitivo, fatiga, dolor, infertilidad o linfedema en el caso del cáncer de mama; o efectos tardíos como alteraciones en la inmunidad, osteoporosis, alteraciones renales o cardiológicas.
Además, hacen frente a secuelas sociales, debido al aislamiento social como mayores tasas de desempleo o problemas de discriminación laboral como despidos injustificados. Y en otros casos, muchos supervivientes y sus familias, conocidos como ‘supervivientes secundarios’, experimentan necesidades psicológicas por miedo a una recaída, depresión o ansiedad. “Conviene recordar que el cáncer es una experiencia familiar, de ahí la importancia de abordar la supervivencia desde esta perspectiva”.