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Reindert Falkenburg propone mirar al Bosco y a Bruegel con ojos espirituales

Experto en interpretar obras de arte y defensor de la tesis de que «El jardín de las delicias», del Bosco, fue concebido como un elemento de conversación en la corte de Enrique III, Reindert Falkenburg dirigirá la próxima Cátedra del Museo del Prado, dedicada al arte de aquel y de Pieter Bruegel.

Patrocinada por la Fundación Amigos del Museo del Prado, la cátedra se centrará en los conceptos estéticos e interpretativos que subyacen en las obras de estos dos artistas que se conservan en el museo español.

Incluida en el programa de actividades organizado en torno a la exposición «El Bosco. La exposición del centenario», se estudiará cómo los conceptos de curiosidad y conversación convergen en las pinturas de los dos artistas y de cómo fueron creadas bajo la visión moderna del arte del Renacimiento.

Para esta aproximación integral, según Miguel Falomir, director adjunto del Prado, «no había duda de que la persona más indicada era Falkenburg, por su magisterio y por su constante curiosidad y capacidad para plantear lecturas distintas y mirar las obras de forma novedosa continuamente».

Falomir recordó que la génesis del documental «El Bosco. El jardín de los sueños», dirigido por José Luis López Linares, parte de la idea de Falkenburg de que esta obra fue pintada como «pieza de conversación».

La intención de este, vicedirector de Difusión Cultural e Intelectual de la Universidad de Nueva York en Abu Dhabi, es compartir «la historia que queda subyacente» en las obras, explicó el experto durante la presentación de la cátedra.

Aunque con más de medio siglo de diferencia, el Bosco y Bruegel fueron los primeros pintores, según Falkenburg, «que empezaron a representar el mundo que nos rodea», y el mundo que estos reflejan «no es solo una representación del que los rodea, sino que hay otros mundos como el divino, el metafísico, el espiritual y el mundo interior del hombre y la mujer».

En su opinión, el Bosco habla a través del mundo externo e interno «y lo hace de forma confusa. Nos lleva de la mano a otro entorno de nuestro mundo, como es el mundo onírico. En ‘El jardín de las delicias’ tenemos que adentrarnos en ese mundo onírico, no podemos huir, estamos atrapados por sus imágenes», y esa es la magia del Bosco.

Desde el punto de vista religioso, el Bosco es un artista «muy tradicional, uno de los más tradicionales del siglo XVI, pero plasma ese mundo de una forma revolucionaria en el arte».

En él existe un eje para comprender el mundo, un eje vertical que separa el mundo que vivimos y el mundo de las fuerzas del mal, de los demonios.

«El mundo que plasma no solo confunde y enreda sino que además hace referencias al demonio subyacente», que cayó al mundo terrenal por su soberbia; y, como se pensaba en el Medievo, «los demonios están en el mundo subterráneo incitando al mal», advierte.

En Bruegel, sin embargo, el mal no procede de abajo «sino que nos rodea manifiestamente, y eso es el laicismo. No es tradicional ni tradicionalista, y quizá Erasmo de Róterdam influyera en su filosofía vital».

Su intención en la cátedra, que se desarrollará de octubre a noviembre, no es solo que el público participe sino también «hacer sesiones interpretativas de obras concretas» y en hacer ver al espectador contemporáneo «cómo se hubiera sentido en el siglo XVI, cómo hubiera vivido el impacto directo».

Una de las conferencias de Falkenburg girará en torno a las «Cuatro estaciones» de Bruegel «y la otra desaparecida». El experto se preguntó por qué el artista pintó cinco estaciones, si son cuatro. «La obra se perdió en el XVII, pero yo creo que existe, aunque no voy a decir cuál creo que es».

«‘El jardín de las delicias’ y la conversación galante» será otra de las conferencias, y en ella se tratará el concepto de conversación «no solo verbal sino la conversación corporal. Los propios protagonistas de esta pintura hablan sobre ella».

Tanto Bruegel como el Bosco, para Falkenburg, son artistas «que pueden jugar con la visión. Nos cuentan algo, pero no tenemos que fiarnos de nuestro ojo físico sino de nuestro mundo espiritual. Esto es enigmático».

Sobre la decisión del Proyecto de Investigación y Conservación del Bosco, dirigido por Matthijs Ilsink, de desatribuir al Bosco la autoría de «La mesa de los pecados capitales», «La extracción de la piedra de la locura» y «Las tentaciones de san Antonio Abad», señaló que su labor es «interpretar» obras de arte: «Tengo mi opinión, pero no es mi negociado». EFE

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