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Crítica literaria: El tren de los huérfanos

Crítica literaria: El tren de los huérfanos
  • Por María García, profesora de Lengua Española

Título: El tren de los huérfanos

Autor: Cristina Baker Kline

ISBN: 978-84-666-5519-4

Editorial: BSA

Lo primero que me atrajo de este libro fue su título. Sentí que habría de descubrir un misterio. Nada más comenzar a leerlo, me di cuenta de que me encontraba ante una época muy oscura y desconocida de Norteamérica.

El caso que nos ocupa en esta novela es el de una niña irlandesa, Vivian Daly, que viaja con su familia a EEUU. Un incendio en el barco que los transporta hace que Vivian, llamada Miah en irlandés, quede huérfana. Se ve embarcada en uno de los trenes de los huérfanos y adoptada por diferentes familias con las que vivirá numerosas aventuras y desventuras, una variopinta mezcla de situaciones narradas por ella misma que hacen que su vida resulte apasionante, no tanto para ella, sino para los que observamos desde nuestro papel de lectores.

El Movimiento Orphan Train fue un programa social creado por varias instituciones benéficas estadounidenses, la Sociedad de los Niños Aid y más tarde, el Hospital de Niños Expósitos Catholic New York, con el objetivo de buscar hogares de acogida a más de 250000 niños huérfanos. Los llamados trenes de huérfanos tuvieron lugar entre 1853 y 1929. 

Se pensaba que sólo el trabajo, la educación y una sólida vida familiar podían ayudar a estos niños a convertirse en ciudadanos. Se pensó en las familias de colonos del oeste y centro de Estados Unidos que al estar comenzando una nueva vida podían inculcar estos principios. 

Los trenes se componían de 30 y 40 niños acompañados por dos o tres adultos. Los niños tenían de 6 a 18 años, solían llegar a una ciudad donde los líderes locales de la comunidad se habían reunido con ciudadanos interesados. Por lo general, les ponían en un «escenario» para su visualización e inspección. La gente del pueblo  los inspeccionaba, tal vez palpando los músculos y comprobando los dientes, y después de breves entrevistas llevaban a su casa a los elegidos. Los niños podían cantar o bailar para atraer el interés. Tristemente, muchos hermanos se separaron durante este proceso porque los padres adoptivos sólo querían tener un hijo. Algunos niños se convirtieron en sirvientes de sus familias de acogida, mientras que otros se adoptaron, formal o informalmente, como miembros de la familia. De ninguna de estas situaciones se librará nuestra protagonista.

Paralelamente mezclada con la narración de la infancia de Vivian, se nos cuenta también la historia de otra joven huérfana, Molly, que vive en el hoy de EEUU y que está inmersa en los programas de acogida norteamericanos actuales. Va de un hogar a otro buscando que alguno se adapte a ella y al que ella también logre adaptarse. Los caprichos del destino hacen que Molly se encuentre con Vivian que ahora, en el tiempo presente, es ya una anciana nonagenaria.

Lo que podía ser un encuentro entre dos mujeres a quienes les separan muchas cosas; sus personalidades: una sumisa, otra contestaria; sus diferencias generacionales: una adolescente, otra casi centenaria; su situación económica: una holgada y cómoda; la otra incierta… se transforma en un compartir experiencias comunes y  en una necesidad de confesarse con alguien que las entienda.

También son destacables dos aspectos de la novela. En primer lugar, la importancia de los nombres propios, un tema que nunca pasa desapercibido y ha sido tan importante en la historia de la literatura. A Vivian le cambian el nombre en cada uno de los “hogares” de acogida a los que va. Ella recuerda con especial nostalgia sus orígenes y su nombre irlandés. Sin embargo, en el momento en el que su realidad cambia drásticamente, ni a ella misma ni a nadie le interesa llamarla por su nombre de origen. Vivian siente que ha perdido su identidad y que ninguno de sus familiares de acogida, la traten bien o no, entenderán su auténtica personalidad. Por ello nunca reclamará su verdadero nombre.

Otro aspecto importante es el hecho de que ambas protagonistas, que tienen en común la tragedia de haber perdido sus raíces y a sus familias, han vivido programas de adopción totalmente diferentes. Merece la pena destacar cómo ha evolucionado el sistema de acogida de niños huérfanos en EEUU a lo largo del siglo pasado. En el tren de los huérfanos no se atendía a los niños ni sus necesidades, prácticamente se comerciaba con ellos. Sin embargo, vemos a través de la historia de Molly cómo en la actualidad, el bienestar y la comodidad del niño adoptado son ahora lo primero. Hasta el punto de cambiarle de hogar en el caso de que el niño no se sienta satisfecho. Hoy el sistema protege claramente al menor. Cristina Baker nos muestra de manera diáfana las semejanzas y grandes diferencias entre estas “dos Américas”.

 El Tren de los huérfanos es una historia fácil de leer aunque no de asimilar. Con un lenguaje sencillo, se nos muestra una historia de supervivencia, valor y coraje. Sin embargo el lector siente en ocasiones el sinsabor de historias que no siempre terminan como a uno le gustaría, haciéndole reflexionar y admirar a unos personajes que nunca se dan por vencidos y siguen adelante. 

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