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La onda emocional y psicológica, el peor impacto de Chernóbil

La onda emocional y psicológica, el peor impacto de Chernóbil

El mayor impacto del accidente de Chernóbil, del que se cumplen 30 años, son las patologías mentales en forma de depresión, estrés y anestesia emocional -mucho mayor que en otros desastres-, que fuerzan a una perestroika de las coordenadas vitales

Psiquiatras del Hospital Universitario Gregorio Marañón de Madrid, de la Unidad de Estrés Postraumático del Hospital Clínico San Carlos y del Hospital Central de la Defensa Gómez Ulla explican a Efe que una tragedia nuclear modifica para siempre las condiciones de vida de los supervivientes e impiden la vuelta a lo conocido.

“El impacto real que tiene un accidente nuclear a nivel de salud no es el derivado del contacto con la radiación sino mucho más los efectos” de los cambios que se producen en la cotidianidad, afirma Enrique García Bernardo, jefe de Psiquiatría del Gregorio Marañón.

Treinta años después de Chernóbil, el 26 de abril de 1986, los supervivientes aún pueden re-experimentar lo sucedido con nitidez y absoluto realismo.

Combo en el que se refleja el antes y el después del desastre nuclear de Chernóbil (Ucrania).

Combo de los últimos mayores desastres naturales del Planeta: Chernóbil (Ucrania) en la parte superior y Fukushima (Japón) en la inferior. EFE

Es una característica de pacientes con estrés postraumático, afirma la psiquiatra Diana Gimeno, del Clínico San Carlos, cuya unidad nació a raíz de los atentados del 11 M de Madrid para tratar a los intervinientes en el atentando (bomberos, policías etc).

Según Gimeno, ante una situación como Chernóbil “lo normal” es que se cronifiquen las alteraciones: “Condiciona la vida diaria de su población y afecta a todas las variables”, con independencia del tiempo transcurrido.

El estrés postraumático es mucho mayor en víctimas de catástrofes nucleares

Los estudios reflejan que la incidencia del estrés postraumático es mucho mayor en una tragedia nuclear que en cualquier otra, apunta el jefe de la Unidad de Vigilancia Intensiva Psiquiátrica del Hospital Central de la Defensa Gómez Ulla de Madrid, el teniente coronel José Luis Pérez Íñigo.

Desde el punto de vista psicológico, en un primer momento se dan las mismas reacciones, pero en los desastres nucleares “se complica la evolución porque la amenaza perdura de un modo fantasmal”, añade Pérez Íñigo, que estuvo implicado en la planificación de la atención psiquiátrica a las víctimas del tsunami del sudeste asiático, del 11 M y del 11 S.

A diferencia de otros cataclismos, los trastornos psicotraumáticos derivados de este tipo de sucesos tienen una característica especial: “el miedo a lo inespecífico, ya que la radiación ni se ve ni se huele, ni se sabe cuánto va a durar”.

La espada de Damocles del cáncer

El superviviente vivirá siempre con la espada de Damocles del cáncer, añade el teniente coronel médico.

El jefe de psiquiatría del Gregorio Marañón insiste en que los informes de organismos internacionales como la Agencia de la Energía Atómica “hacen absolutamente evidente que el impacto más importante es en términos de angustia, de adaptación, de depresión…”.

Ello conduce a un mayor número de suicidios, adicción a sustancias y divorcios, añade el doctor García, que recuerda el aumento de peticiones “innecesarias” de aborto en Grecia y Dinamarca por temor a la radiación de la onda expansiva de Chernóbil.

La nube radiactiva alcanzó primero Bielorrusia y siguió hacia Escandinavia y Europa central y el Reino Unido, entre otros.

Se produce un corte de la trayectoria vital

Ante hechos de esta magnitud, añade Gimeno, se produce “un corte” en la trayectoria vital: sobreviene la desesperanza, la incapacidad de sentir otras cosas, es como “quedarse enganchado” a esa experiencia.

Además no hay que olvidar la respuesta fisiológica. El sistema nervioso puede estar sobreexcitado o “hipervigilante” -la persona teme que en cualquier momento se repita lo ocurrido-.

Y conlleva muchas conductas de evitación (huir de cualquier estímulo o circunstancia asociada al trauma), sentimientos de culpa y sufren alucinaciones visuales etc, afirman Gimeno y Pérez Íñigo.

Además, en los accidentes nucleares se superpone con frecuencia la aparición de una sintomalogía somático, que puede corresponder a “trastornos somatomorfos (cuando se tiene la sensación de estar enfermo, pero no hay una base orgánica sino psicológica)”, explica el médico del Gómez Ulla.

En definitiva, la persona se ve despojada de su pasado, presente y futuro y tiene que hacer una perestroika de sus sentimientos, en palabras de uno de los testimonios recogidos por la Nobel Svetlana Alexievich en “Voces de Chernóbil”. EFE

 

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