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Carlos Luria: Si Cervantes fuera inglés, ya se habrían hecho filmes y series

El escritor y guionista Carlos Luria, que acaba de publicar la novela «El hidalgo que nunca regresó», sobre la vida del joven Cervantes y su visita a Barcelona, ha dicho que si el autor del Quijote fuera inglés, ya se habrían hecho películas, series y numerosos libros y estudios.

En una entrevista concedida a Efe, Luria ha dicho que «si el Quijote alcanzó repercusión en todo Europa no fue por los españoles sino gracias a los ingleses, que lo tradujeron al inglés».

Además, ha lamentado: «mientras Shakespeare, del que también se conmemora este año el cuarto centenario de su muerte, es idolatrado por la cultura inglesa, sólo tienes que ver su tumba, aquí no sabemos ni dónde está Cervantes. El propio Falstaff se inspira en Sancho Panza».

Luria critica que la comisión del IV centenario de Cervantes se haya reunido en el Palacio de la Zarzuela en abril, «cuando ya han pasado cuatro meses del año», y hace un llamamiento a «recuperar» su figura y la del Siglo de Oro español, un filón, un auténtico milagro que solo se repitió en la Rusia del siglo XIX, con Tolstoi, Dostoievski, Chejov, Puskin».

«Qué estamos esperando para novelarlo, para hacer películas, libros, series», añade desde la creencia de que «es la época desde el punto de vista de la ficción más rica de la historia de España, con personajes tan suculentos como Lope de Vega, Lope de Rueda, Calderón, Quevedo, Cervantes, Góngora, el conde de Villamediana y Garcilaso un poco antes».

Luria elogia series como «El ministerio del tiempo», que ha sabido reivindicar a esos escritores y artistas del Siglo de Oro, e invita a los cineastas a hacer películas como «Shakespeare in love».

El autor barcelonés, que ganó un premio Ondas en 2003 por el guión «Entrevista a Gaudí» emitido en el programa «Protagonistas» de Luis del Olmo, escribió posteriormente «Entrevista a Cervantes», de la que, ha dicho, parte «El hidalgo que nunca regresó» (Pàmies).

En la novela, un joven recién llegado de Barcelona al Madrid de 1615 visita a un anciano Cervantes, que está acabando la segunda parte del Quijote y que morirá al año siguiente. Le entrega una misteriosa y antigua arqueta a cambio de que le cuente lo que ocurrió 40 años atrás cuando perseguido por la justicia se refugió en la ciudad condal en su camino al exilio italiano.

«Lo que sabemos de Cervantes se resume en cinco páginas, pero es más lo que desconocemos y uno de esas incógnitas es qué le pasó en Barcelona, aunque sabemos que era un enamorado de la ciudad, y del ejercicio de imaginación resulta una explosión de aventuras, sentimientos y literatura», apunta.

El punto de partida de ese exilio, argumenta Luria, es histórico: «huyó de Madrid porque había herido a un arquitecto real, que era tanto como herir al rey, y fue cuando decidió huir a Italia, y parece demostrado que el barco que cogió hacia Italia zarpó de Barcelona».

Para el escritor, Cervantes tiene «el problema de que nadie lo lee, porque se asocia a aburrimiento, a materia para académicos y filólogos, y en realidad era un valiente, un gran espadachín, mujeriego, ingenioso, muy divertido y muy pobre, de hecho, era un pringado, que tenía el don de la palabra, y su vida es propia de Indiana Jones».

Sobre la posible estancia de Cervantes en Barcelona, sobre la cual ni los historiadores se ponen de acuerdo, Luria señala que «no habría podido describir la vida de la ciudad, sus librerías, la playa, la propia existencia del bandolero Rocaguinarda, que no era conocido fuera de Cataluña, si no hubiera vivido aquí».

Como no tenía suficiente con las aventuras de Cervantes en Barcelona, Luria construye en su novela «dos Cervantes, el joven ingenuo, ilusionado, sentimental, que se quiere comer el mundo, que contrasta con el viejo, a punto de morir, que ha cambiado, que ya no es vital, sino melancólico, triste, nostálgico y desengañado».

Este segundo Cervantes, más oscuro, se siente maltratado, porque «era un escritor muy leído y no veía ni un duro».

En la novela, añade Luria, hay una reflexión sobre qué significa ser un genio, qué implica en la vida personal tener la genialidad entre las manos, y sobre si ser genio te hace feliz o un desgraciado.

«Cervantes comienza haciendo teatro para ganar dinero, pero cuando comienza a despuntar ligeramente aparece Lope de Vega y arrasa en todo, y entonces decide cambiar a la prosa «ignorando que está a punto de inventar la novela moderna», subraya Luria.

Muchas de las quejas y desencantos de Cervantes son de la máxima actualidad, sostiene Luria: «En muchas cosas estamos igual, había unos banqueros alemanes que se llevaban el tesoro, había desahucios diarios, miseria y unos gobernantes ajenos a todo lo que fuera la promoción de la cultura».

Luria no descarta escribir una segunda parte de su novela, en función de la respuesta de los lectores, y avanza que le gustaría «imaginar un posible encuentro entre Shakespeare y Cervantes en Valladolid, algo que no sucedió pero pudo pasar, pues el Bardo acompañó a una delegación inglesa para negociar la paz con España». EFE

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