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OPINIÓN: El ‘odio fidei’ de los «tontos laicos». Yo soy Nazareno, 27

OPINIÓN: El ‘odio fidei’ de los «tontos laicos». Yo soy Nazareno, 27

Sevilla, Madrid y Barcelona son los escaparates del rastrillo de antigüedades de la nueva política. Mercancía tarada del ajuar anticlerical del XIX, mucho hule roto, mucha polilla, mucha imitación del museo de la checa. Más muñecas flamencas que acero del partido. Más pendencieros que revolucionarios.

Esto decía, magistralmente, Víctor Gago en el Brief de Actuall del martes 1 de marzo, y no he encontrado mejor resumen de lo que está pasando en los muros de la patria mía, respecto al tema laicista y de persecución religiosa.

No obstante, es algo nimio si pensamos en la persecución a los cristianos en África, Asia, y Oriente Medio. Y más si contemplamos los cuerpos muertos hace unos días de las Misioneras de la Caridad en Yemen. No obstante, los dos tipos de persecuciones tienen la misma raíz: el odio fidei.

Para colmo, ayer ya ni nos sorprendió el ataque de los bárbaros podemitas de “contrapoder”, a un acto provida pacífico, en la Universidad Autónoma de Madrid. Ataque al que hicieron frente valientemente los providas y los miembros de Vox que allí estaban.

Lo más sagrado que tiene una persona es la libertad. Y la libertad de creer en lo que estime oportuno. En lo que pueda. O en lo que sepa. Sin que nadie se mofe de él. Sin ser menospreciado, ni dificultado, ni perseguido por ello.

Esta facultad de la libertad es lo más que tenemos de parecido con Dios. Lo que nos diferencia radicalmente de los animales. Aunque ahora algunos nos quieran “equiparar” a ellos, desarrollando ideologías animalistas que son, ni más ni menos, que menosprecios a la dignidad humana.

Esa dignidad radica precisamente en nuestra capacidad de elegir, en nuestra libertad. Y en la capacidad de elegir el bien, aborrecer el mal, y conocer la verdad. En definitiva, conocer a Dios.

Cuando era joven sufrí en muchas ocasiones la persecución por mis creencias, lo mismo que ahora. Es algo que al cristiano -incluso al que quiere serlo algún día- le acompaña siempre. Y pobre de él si no es así.

Recuerdo cómo en mi colegio católico, denuncié ante el director, anónimamente, los ataques y ridiculizaciones hacia el Opus Dei por parte de un profesor. No tuve valor, en mi adolescencia, de enfrentarme a él directamente. Después, ese profesor, me hostigaba en clase y me lanzaba el anzuelo para que yo mismo me delatara… Lo pasé fatal. En esa ocasión, y en otras muchas en las que tuve que dar la cara como cristiano.

Pero realmente, lo que es surrealista es lo que está pasando ahora con los tonto-laicos de turno, que menudean últimamente mucho más de lo normal en el suelo patrio.

Que si la Semana Santa sevillana tiene que dejar de ser Santa, y otras lindezas, a saber: prohibición al alcalde y los ediles participar en procesiones, pérdida de la condición de autoridad pública del arzobispo, quitar el nombre de calles a religiosos e imágenes devocionales, no votar en elecciones en colegios religiosos que tengan símbolos de la Iglesia, apoyará la procesión denominada Coño Insumiso

Ahí queda eso. Pero el zasca que se han llevado los de la izquierda extrema sevillana que lo han propuesto ha sido de campeonato. Por parte de la reacción de los sevillanos (quitarles la Semana Santa y la calle de Madre Angelita… ¡jé!) y por parte de muchos. Para muestra, el de Carlos Herrera en su programa de la Cope (desde el minuto 7), y el del artículo de Antonio Burgos (los rogelios municipales no sé en qué ciudad viven. Creen que toda Sevilla es una inmensa Corrala a su disposición). Disfrutad con estas dos piezas, incondicionales mosqueteros.

Y también que si otros ataques de los que ya hemos hablado: la asalta-capillas Maestre en Madrid, el Padrenuestro blasfemo de Colau en Barcelona, el sacrilegio de las sagradas formas eucarísticas en Pamplona, etc.

Todo viene de una misma raíz: el odio fidei profesado desde tiempo inmemorial que se hunde en la historia… Quizás desde que un rey déspota de una pequeña parte de la Palestina romana decidió asesinar a los recién nacidos (siempre van unidos el martirio y la libertad con el aborto, ¡ay Dios mío!), por odio al Rey Mesías esperado… Quizás desde el martirio de los Macabeos, desde el exilio a Babilonia, desde la esclavitud de Egipto… Pasando por los circos romanos llenos de hermanos nuestros en la fe, sacrificados a espada, en el madero de la cruz, o en las fauces de las fieras… Pasando también por las mazmorras musulmanas del Medievo, llena también de infieles, y los perseguidos en la época “ilustrada” francesa, los mártires españoles de la República y la Guerra Civil, etc.

Mirando a la historia teñida de sangre mártir se comprueba precisamente eso: la raíz común de las diversas persecuciones habidas en veinte siglos, y las solemnes -no por ello menos insultantes- bobadas de los progre-pijos de hoy que quieren, por ejemplo, sacar en procesión a un coño de papel-cartón encima de una parihuela, mofándose de los cofrades y de todos los cristianos.

¿Tendrán la misma valentía para hacer la mofa de Mahoma en, pongamos por ejemplo, los territorios ocupados por el Daesh en Iraq? Bueno, no seamos radicales, digamos mejor un país “aliado” de occidente… Arabia Saudí. Incluso otro país más cercano, vecino nuestro, a unos kilómetros de la península: Marruecos. ¿Harían esa procesión anti-Mahoma o anti-Corán allí mismo?

Es muy fácil ser progre en un país impregnado de un sano liberalismo democrático judeo-cristiano. Es hasta gracioso hacerse el listillo en el contexto de bienestar y de libre expresión que disfrutamos. A sabiendas que el poder judicial tiende a no ejercer de oficio sus funciones. Y que es políticamente correcto -y beneficioso electoralmente para ellos- realizar esas machadas insultantemente laicistas…

No, España no es un país laico. Es aconfesional. Que es otra cosa distinta. No toma parte por ninguna confesión religiosa, como es lógico, pero apoya a todas y reconoce así el bien que representan para el ciudadano. Pero eso no lo tiene claro la izquierda. Al menos los extremistas de Podemos e Izquierda Unida con todas sus franquicias… Y tampoco la mayoría del Psoe. Al menos sus dirigentes.

Los laicistas se escudan en el argumento de que lo que hacen no es ofensivo para los cristianos. Y se está dejando de penar judicialmente la blasfemia, uno de los crímenes que más atentan contra la persona, que la hieren en su ser más profundo.

Éste es el panorama. Nos dominan unos auténticos tontolaicos que no saben quién pintó la Inmaculada de Murillo ni quién el Cristo de Dalí. Pero sí el Guernica.

Quizás haya junto a ellos, marcándoles la ruta, unos que no sean tan tontos… Unos que usan compás y cartabón para medirlo todo… Pero eso será otro análisis que me propongo hacer, Dios mediante (a Él me encomiendo, sí, aunque les pese a éstos y a los otros), más pronto que tarde.

Pedro Mejías, delegado Hazte Oír-Derecho a Vivir de Cádiz

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