La frase de un conocido cómico de gran mostacho y enorme puro, “yo tengo principios, pero si quiere los cambio”, bien pudiera aplicarse al escenario político de estos días en este país. La lucha por alcanzar la presidencia, puesto que sino el futuro de más de uno peligra, está haciendo que lo que antes era blanco, ahora es negro; que lo firmado con unos, se cambia para contentar a otros, en suma, un ”totum revolutum” que pudiera hacer que algún candidato pudiera calificar su reinado como “el breve”.
Mientras tanto, mientras todo el mundo esta pendiente de quien va a ser el próximo presidente, uno de los mayores asesinos de ETA, Urrusolo Sistiaga, consiguiendo el Tercer grado, después de estar en la cárcel sólo 19 de los 449 años a los que había sido condenado. Mientras tanto, Arnaldo Otegui, condenado por organizar el entramado batasuno, saliendo de la cárcel y recibiendo homenaje y honores.
Mientras tanto, más de cuatro millones de españoles, sin trabajo, con un futuro que sigue siendo negro, pese a lo que se cuenta, y que se supone que puede llegar a ser más negro, viendo cómo se lucha por un puesto político, por el poder de controlar un Estado, una Nación, sin que les importe su situación.
No es de extrañar el hastío de los ciudadanos hacia la clase política; no es de extrañar que la mitad de una afiliación solo vote para ratificar unos acuerdos de gran importancia para el futuro de un político y de un partido.