
“Ser director de cine consiste en sobrevivir al caos”
Manuel Gutiérrez Aragón ha entregado su vida al cine, y esa pasión quedó hoy reflejada en su discurso de ingreso en la Real Academia Española, centrado en el aprendizaje que tuvo que hacer del “esquivo”, “indómito” y “difícil” lenguaje cinematográfico para llegar a ser director.
Gutiérrez Aragón elogió la figura de su antecesor en el sillón ‘F’ de la RAE, el economista y escritor José Luis Sampedro, fallecido en abril de 2013, “un sabio, un hombre de bien y un escritor tan admirado como querido”. En el prólogo de La vida perenne, Olga Lucas, esposa de Sampedro, cuenta que su marido solía decir, “con modestia de sabio, que había ido descubriendo de qué va esto de la existencia cumplidos los cincuenta”. Para este economista, “el tiempo no es oro. El tiempo es vida”, decía Gutiérrez Aragón.”La profesión de director de cine consiste, entre otras cosas, en sobrevivir al caos. Las cosas no suceden según se prevé en el plan de trabajo, las escenas no resultan como se escriben en el guion, el equipo es muy numeroso y difícil de controlar”, reconocía Gutiérrez Aragón ante los centenares de asistentes a su ingreso.
Y lo decía quien ha dirigido películas tan memorables como Demonios en el jardín (Concha de Plata de la Crítica en el Festival de San Sebastián y Premio David de Donatello), La mitad del cielo (Concha de Oro del Festival de San Sebastián) o Habla, mudita (Premio de la Crítica en el Festival de Cine de Berlín).
Titulado En busca de la escritura fílmica, el discurso de este cineasta, guionista y escritor combinó emoción y reflexión al evocar sus tiempos de “joven aprendiz” en la “mítica” escuela de cine de Madrid, en los años sesenta, cuando impartían clases Carlos Saura, Luis García Berlanga, Miguel Picazo, José Luis Borau o Basilio Martín Patino. Una escuela en la que muchos querían entrar y muy pocos lo conseguían y en la que se podían ver las obras más recientes de Antonioni, Godard, Visconti o Billy Wilder. Y también “alguna película prohibida de Buñuel”.