En la conformación de los grupos políticos en el Congreso de los Diputados, se aprecia una operación que bien pudiera calificarse de estafa al ciudadano. Solo por recaudar el dinero pagado por el ciudadano con sus impuestos en forma de subvenciones, los partidos políticos pactan «hasta con el diablo» para poder «chupar» de la hucha del ciudadano y así , como si una torre de Babel se tratase, crear grupos parlamentarios cuya afinidad ideológica no existe, pero sí que existe para el dinero del ciudadano.
Que Podemos, quiera ahora, dividirse en cuatro grupos, que IU se una a Esquerra Republicana y a Bildu, para conseguir solamente «una pasta gansa» de lo que ellos llaman el estado opresor español, raya lo absurdo.
Pero lo peor de esto, no es que se pretenda este esperpento, lo peor es que se les consienta. La democracia no funciona bien cuando se permiten estas cosas. Los ciudadanos asisten absortos, el cambalache político y se preguntan, ¿Hasta cuándo?
El espectáculo dado en el Congreso por sus señorías el otro día, tomándose a burla sus juramentos, unido a la situación arriba descrita, deja en muy mal lugar a la clase política. Quizás, debiera hacerse como los islandeses hace unos años, cuando quitaron del mapa político a sus antiguos gobernantes por «MALOS».