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ANÁLISIS: Los bancos centrales afrontan el laberinto de los bajos tipos de interés

ANÁLISIS: Los bancos centrales afrontan el laberinto de los bajos tipos de interés

Responsables de numerosos bancos centrales de los países desarrollados se reivindicaron hoy como herramientas esenciales para afrontar un laberinto macroeconómico global desconocido hasta ahora, caracterizado por un escenario de baja inflación y tipos de interés próximos o iguales a cero.

El sistema financiero se enfrenta a nuevos riesgos que al arrancar el siglo solo eran meras discusiones teóricas entre académicos, puesto que las llamadas políticas monetarias no convencionales (como aumentar la base monetaria comprando deuda pública) se han convertido en «la única normalidad» en Estados Unidos, Reino Unido, la zona euro o Japón.

El nuevo gobernador del Banco de Francia, François Villeroy de Galhau, introdujo el término «noflación» para describir esa realidad a medio camino entre la inflación y la deflación, durante un simposio de homenaje celebrado en honor de su predecesor, Christian Noyer, retirado tras doce años al frente de la institución.

La baja rentabilidad del dinero, con tipos incluso negativos en países como Dinamarca, genera un exceso de liquidez que lleva a los inversores a buscar refugios que pueden crear nuevas burbujas financieras, advirtió.

«No sabemos mucho de las burbujas, pero sabemos que los tipos bajos de interés conducen a ellas», apuntó Jean Tirole, premio Nobel y profesor titular de la Escuela de Economía de Toulouse (Francia).

Hubo consenso en que la solución no pasa por elevar el objetivo de los bancos centrales de mantener la inflación cercana al 2 %, de forma que la respuesta adecuada «dependerá de las políticas, no solo monetarias o fiscales, sino también estructurales y macroeconómicas», dijo el vicepresidente de la Reserva Federal estadounidense, Stanley Ficher.

«No va a ser fácil lidiar con los tipos de interés a cero (…) pero incluso los pequeños cambios pueden marcar una gran diferencia», comentó el banquero estadounidense en un foro en el que se reunieron muchos de quienes deciden las políticas monetarias de los países desarrollados.

Pero más allá de los países industrializados, el futuro de la economía global estará cada vez más condicionado por la actividad de los territorios emergentes, que representan el 85 % de la población del mundo y el 80 % del crecimiento desde la crisis financiera global, recordó la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde.

Y el más potente de los nuevos «actores» será China, donde una transformación que favorezca un crecimiento lento pero sostenido en el gigante asiático sería «beneficioso para todos», apuntó Lagarde.

La responsable del FMI indicó, además, que la convergencia entre las economías desarrolladas y aquellas en desarrollo podría triplicar el tamaño de la economía global en los próximos 25 o 30 años y abogó por «un sistema económico que preserve la estabilidad en las economías emergentes y evite los sobresaltos que perjudican a todo el mundo».

Esos sobresaltos, a ojos de Noyer, serán cada vez más habituales pues el crecimiento sostenido con poca volatilidad se ha convertido en una rareza y en el futuro «es posible que las políticas de estabilidad monetaria y financiera tengan que hacer frente con regularidad a conmociones repentinas y discontinuas».

Una de las voces más autorizadas para analizar ese escenario de tipos cercanos a cero y poca inflación es el gobernador del Banco Central de Japón, Haruhiko Kuroda, pues su país vive en ese contexto macroeconómico desde 1999.

Aunque Kuroda se cayó a última hora del coloquio de París, dejó escrito un discurso que remató con una conclusión optimista sobre las «agresivas» medidas tomadas por las institución que lidera y por el Banco Central Europeo (BCE), que desde el pasado marzo aplica una política de expansión cuantitativa o compra de deuda.

«Creo que la política monetaria en Japón y en la zona euro tendrán éxito en un futuro cercano y se abrirá así un nuevo capítulo en la macroeconomía», auguró el responsable del Banco Central de Japón.

Tan habituales se han vuelto esas políticas hasta ahora consideradas «no convencionales» que es muy posible que los países emergentes también tengan que servirse pronto de los programas de compra de deuda, estimó el gobernador del Banco Central de México, Agustín Carstens.

«La coordinación sería deseable, pero debemos estar preparados para que cada uno actúe independientemente», concluyó Carstens.

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