Las agresiones, vejaciones e insultos, sufridas por mujeres alemanas en la ciudad de Colonia, realizadas todos ellas, parece de forma organizada, han puesto el «dedo en la llaga» en la elevada permisibilidad migratoria, en general, de las leyes europeas y particularmente alemanas.
La entrada a Europa de migraciones masivas, debería estar sometida a un mayor control. A veces, la bondad del planteamiento de acogida hacia personas con dificultades, provoca fenómenos masivos que acaban trastocando los comportamientos entre culturas y distorsionando una realidad en la que, el que llega, se cree con más derechos que nadie. Y esto acaba creando conflictos.
La excusa de la interculturalidad es una «cortina de humo» lanzada por aquellos que quieren hacer desaparecer el espíritu tradicional europeo y que pretenden hacer olvidar las profundas raíces cristianas de este continente. El esperpento de las declaraciones, por ejemplo, aquí en España, contrarias a la celebración de la Toma de Granada, son muestra de este ideario contrario a las raíces de Europa.
Se debería producir un rearme ideológico del sentimiento europeo contra los que pretenden su destrucción. Como decía un literato español premio nobel de literatura: «la bondad, no debería confundirse con la gilipollez».