El atentado cometido contra la responsable del partido de VOX, cuyo presidente es Santiago Abascal, en la provincia de Cuenca, es una muestra de la barbarie y de la sinrazón en la que nos encontramos en este país a la hora de defender unas ideas políticas determinadas.
En estos momentos, el hecho de pertenecer a un partido político que no comulga con las ideas «progres» del populismo más feroz, supone que, en cualquier momento, se pueda sufrir una agresión a los gritos de «fascista» y «facha». Dichos términos se están aplicando sin ningún rubor a los que no comulgan con el aborto, a los que defienden la familia tradicional o el bien común. Son términos que intentan desprestigiar a personas que, como otros, solo luchan por un mundo mejor, pero desde la óptica de la democracia y la defensa de los valores tradicionales.
Desde estas líneas vaya nuestro apoyo a Inma Sequi y la crítica a aquellos partidos (entre otros Bildu), grupos feministas o de defensa de la mujer, asociaciones juveniles… que pasadas ya 24 horas desde que se produjo el ataque, no han condenado ni han realizado declaración de condena o rechazo a este ataque a una mujer política y joven (18 años).