Un nuevo informe de la Hacienda foral navarra saca a la luz un nuevo eslabón de la cadena de corrupción que, parece ser, rodeaba la gestión del club, por excelencia navarro, el Club Atlético Osasuna. La presunta tasación al alza, de los bienes que el club ha tenido que entregar al gobierno foral, para conseguir el dinero necesario, para poder mantenerse en Segunda División, pueden ser una losa, que cuando se descubra la verdad, pudiera tener responsabilidades políticas para los partidos que en el Parlamento navarro suscribieron el Plan de apoyo a Osasuna.
Con este y otros casos, como el Navarra Arena o circuito de los Arcos, la gestión del anterior gobierno no parece que quede en un buen lugar. Los ciudadanos sienten que con sus impuestos se ha jugado en balde y se ha conseguido escaso bienestar social. Mantener unos niveles de bienestar imposibles de asumir, gastar dinero sin saber si se va a poder ingresar sin impuestos, refleja la burbuja en la que los gobiernos autonómicos viven y han vivido, siempre confiando en que el gobierno ya les ayudará.
Razón tienen para ello. Que la pretendida reforma constitucional tenga como base cambiar la financiación autonómica, cuando todos los días vemos ejemplos de constante despilfarro por parte de unos gobiernos “de taifas”, más preocupados de lo suyo que de lo de los demás, refleja que no hay miedo ninguno al gasto continuo, porque siempre estará el gobierno para ayudarles.
Volviendo al tema que nos ocupa, un equipo de fútbol por representar a su región, no puede estar libre de control. Sus dirigentes no deberían haber engañado a los ciudadanos navarros a través de sus representantes políticos, Queda la duda de que ellos, los representantes políticos, no hayan engañado a la ciudadanía.
