Una vez más, a tenor de las declaraciones de Rajoy, se aplaza la reforma de la Constitución que rige los destinos de este país.
Si bien es cierto, que se requeriría un amplio consenso para ella -3/4 partes del Congreso de los Diputados-, en estos momentos solo se necesitarían los votos del PP, con mayoría absoluta, y los del PSOE. No parece, por tanto, que esperar a una próxima legislatura sea una buena idea.
Si la intención de voto no cambia, se prevé que después de las elecciones de final de año, haya una mayor fragmentación del espectro politico y, por lo tanto, sea más complicada la reforma constitucional.
Otra cosa es lo que se pretende reformar. La ley de sucesión a la corona, la financiación de las CCAA, amén de otros aspectos parecian ser los aspectos más relevantes.
Para Navarra, no obstante, si la reforma se produjese con los parámetros antes comentados, seria un nuevo «jarro de agua fría». En las elecciones del 2011, Rajoy prometió a Navarra que iba a suprimir la Transitoria Cuarta de la Constitución, que establece los mecanismos para la entrada en Euskadi y, consecuentemente, su desaparición como Comunidad Foral. Una vez en el poder, y tras obtener el voto de miles de navarros, se desdijo de su promesa. Curiosamente, el entonces ministro Gallardón, a quien primero confirmó este cambio de postura, fue a la entonces diputada, Uxue Barkos, hoy presidenta de Navarra.
Así que, a tenor de los acontecimientos, Navarra no entra en los planes.
