Las contradicciones que somete a la ciudadanía, el que es considerado el principal partido de la oposición, el partido socialista, están llegando a extremos insuperables, y más cuando en estos momentos, la sociedad española, pide claridad de ideas y códigos éticos, que barran la corrupción imperante en la clase política.
Por todos es sabido que Andalucía es para el PSOE, su “cortijo”, donde recoge la cantidad de votos, que le permite estar donde esta. Con posibilidades de entrar en gobiernos futuros, ya sea en forma de gobiernos de concentración con el PP o en gobiernos radicales con Podemos.
También es sabido que tanto Chaves como Griñan, abandonaron Andalucía, para esconderse como aforados en el Congreso y en el Senado, para dilatar su imputación en casos de corrupción.
Mala papeleta tiene el líder del PSOE, Pedro Sánchez, para librarse del estigma de la corrupción en su partido, mientras mantenga a imputados en puestos de alta responsabilidad política y mientras tenga en el “cortijo” andaluz una “espada de Damocles”. Máxime cuando Susana Díaz, procede a aforar antes de las elecciones andaluzas a consejeros que van a ser llamados a declarar como imputados. Con una premisa de liderar a su partido en España sin Sánchez.