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Obama blinda de la deportación a cinco millones de inmigrantes

Obama blinda de la deportación a cinco millones de inmigrantes
Barack Obama, durante su discurso sobre política migratoria, este jueves en la Casa Blanca. (Foto: AP).
Barack Obama, durante su discurso sobre política migratoria, este jueves en la Casa Blanca. (Foto: AP).

El presidente de EEUU, Barack Obama, ha ejercido finalmente su autoridad para dar unilateralmente el mayor revolcón a la política inmigratoria desde que Reagan regularizara a casi tres millones de inmigrantes en 1986. Ignorando las amenazas de los conservadores, Obama ha anunciado esta madrugada una serie de medidas para proteger de la deportación a cerca de 5 millones de indocumentados y ofrecerles permisos temporales de trabajo. No es lo que millones de inmigrantes querían, pero es mucho más de lo que el Congreso republicano hubiera permitido. 

En un discurso en horario de máxima audiencia, Obama ha defendido la legalidad de una decisión que los republicanos han tildado como más propia de un monarca absoluto, al ignorar la voluntad del Congreso. «Las acciones que estoy adoptando no sólo son legales, sino que han sido adoptadas por cada uno de los presidentes demócratas y republicanos en el último medio siglo», ha asegurado desde la Casa Blanca. El presidente ha apelado a la compasión de la ciudadanía y a las viejas esencias de EE.UU. «Somos y siempre seremos una nación de inmigrantes. Nosotros también fuimos extranjeros en su día».

La iniciativa lanzada anoche está a medio camino entre una genuina regularización que abra la posibilidad de obtener la ciudadanía, como la propuesta bipartidista que los republicanos de la Cámara baja bloquearon el año pasado, y la fantasía de deportar a los más de 11 millones de indocumentados que viven en el país. «La deportación masiva sería tan imposible como contraria a nuestro carácter», ha destacado Obama.

Sin capacidad de legislar para conceder papeles a los inmigrantes, el presidente hará lo único que puede hacer con sus poderes ejecutivos, dictar las prioridades de las agencias encargadas de poner en práctica la política inmigratoria. Es decir, a quién hay que deportar primero, quién debe formar parte de esa media de 400.000 personas expulsadas del país anualmente desde que reside en la Casa Blanca. «Delincuentes, no familias. Criminales, no niños. Pandilleros y no una madre que ha estado trabajando duro para alimentar a sus hijos». A lo que ha añadido a los inmigrantes aprehendidos recientemente en las fronteras.

Con condiciones

Obama estableció los criterios para obtener esos permisos temporales de trabajo. Serán principalmente los padres con hijos ciudadanos de EEUU o residentes permanentes que lleven en el país un mínimo de cinco años, siempre que no tengan antecedentes y se pongan al día en materia de impuestos. Pero también se adoptarán medidas para proteger a los trabajadores cualificados y se expandirán las posibilidades para aquellos que llegaron al país siendo unos niños. Estos últimos, algo más de medio millón hasta la fecha, fueron los beneficiarios de la orden ejecutiva adoptada por Obama en el 2012.

«Podéis salir de las sombras y congraciaros con la ley», ha afirmado el presidente en un discurso celebrado con lágrimas en millones de hogares en todo el país.

Guerra con los Republicanos

Pero la verdadera batalla política empieza ahora. Suenan los tambores de la rebelión en el Partido Republicano, donde las corrientes más extremas amenazan con todo tipo de represalias, desde cerrar el Gobierno cortándole la financiación, a llevar al presidente ante los tribunales o bloquear las nominaciones que haga una vez se constituya el nuevo Congreso el enero.

«Al ignorar la voluntad del pueblo estadounidense, el presidente ha cimentado su legado de desprecio a la ley y ha derrochado la poca credibilidad que le quedaba», ha afirmado poco antes del discurso el portavoz de John Boehner, el líder de los conservadores en la Cámara baja.

Lo cierto, sin embargo, es que aunque Obama ha vuelto a actuar por decreto es el presidente que menos veces ha utilizado los poderes ejecutivos en más de medio siglo. «No dejemos que nuestras diferencias en un asunto concreto cierren cualquier posibilidad de acuerdo en otros temas», les ha dicho Obama a los republicanos. En realidad era pura retórica porque sabe que le espera la guerra y esta vez ha aceptado librarla.

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