Sorprende lo que hemos leído esta mañana referente a los abusos cometidos en la Comandancia de la Guardia Civil de Pamplona de mandos superiores sobre los subordinados. Sorprende que en el año 2014 los perjudicados lo cuenten bajo seudónimo por temor a represalias. Y sorprende también que un Cuerpo encargado de hacer valer la Ley y el Derecho en todo el territorio nacional sea protagonista por haber dejado de velar por ese cumplimiento del deber precisamente consigo mismo, con sus agentes, y precisamente aquí, en Pamplona. Y sorprende también que una abogada interesada en obtener información para defender a estos agentes acosados se vea, a su vez, envuelta en un lío de sospechas que acaba con ella en la ‘lista negra’. Por ‘sospechosa’. Cuando menos es sorprendente y también lamentable.
De ser cierto todo ese aporte de brutales testimonios de maltrato, de acoso, de amenazas o de coacciones, estaríamos ante un asunto de profundo calado que sobrepasaría los meros límites de esta comandancia y tocaría a las puertas de otras instancias mayores, políticas y militares. De ser cierto.
Mientras tanto, tendremos que esperar a que se dirijan los focos hacia este tema y se aporte algo de luz en este asunto tan oscuro y tan poco claro. Pero no es la primera vez que se dejan caer informaciones de este tipo sobre este Cuerpo y una Entidad así debería guardar mucho más sus formas, y sus fondos. Porque de ahí a que se dé rienda suelta a la imaginación popular sólo hay un paso, y en ciertos sectores de la población, ni eso.
La mujer de César no sólo debe ser honrada; además debe parecerlo.
Como diría el otro… ¡Qué fuerte!
Redacción N. I.