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Jordi Pujol rinde cuentas esta tarde ante el Parlament con un guión ceñido a la herencia familiar

Jordi Pujol rinde cuentas esta tarde ante el Parlament con un guión ceñido a la herencia familiar

Jordi Pujol declara.
Jordi Pujol declara.

Jordi Pujol Soley, el hombre que el pasado 25 de julio emitió un comunicado que convulsionó a la sociedad catalana y a la política española, defenderá hoy en el Parlament que hace 34 años se equivocó al no rechazar el legado que su padre Florenci dejó en un banco suizo en 1980 a su esposa, Marta Ferrusola, y a sus siete hijos. El expresidente de la Generalitat leerá un documento de una decena de folios, en el que además defenderá que él no ha cometido ningún delito.

Pese a que desde su confesión, y la afloración de 4 millones de euros no declarados a Hacienda, se ha generado un debate público que ha cuestionado no sólo su coraje moral y su autoridad política, también su obra de Gobierno durante los 23 años en los que estuvo al frente de la Generalitat, con sospechas sobre el cobro de comisiones y el comportamiento de su familia, la intención de Jordi Pujol y la de los asesores que han participado en la elaboración de su discurso, es ceñir su comparecencia a las circunstancias que rodearon el legado dejado en Suiza por su padre.

Florenci Pujol falleció el 30 de septiembre de 1980, y su hijo era president de la Generalitat desde el 24 de abril de ese año. El padre dejó testamento ante notario a favor de su esposa, María Soley, con la correspondiente legítima para sus dos hijos, Jordi y María, hasta un 25% del total. Según las fuentes consultadas, además de algunas propiedades inmobiliarias, la parte más sustancial de la herencia eran acciones de Banca Catalana, entidad que acabó intervenida por el Banco de España en 1982.

Además de la herencia legalizada, existía el dinero depositado en la cuenta de un banco suizo. El origen de la misma eran las operaciones de contrabando de divisas que en los años cincuenta y sesenta del siglo pasado, en pleno franquismo, realizaba una parte notable de la élite económica española, en parte para facilitar operaciones comerciales, pero también para poner a buen recaudo en el extranjero buena parte de sus patrimonios. Florenci Pujol fue sancionado en 1958 por las autoridades franquistas por esas operaciones pero la cuenta en los Alpes nunca se cerró.

Según el relato de la familia, en el crucial mes de septiembre de 1980, Jordi Pujol Soley descartó utilizar su autoridad para rechazar el legado de esa cuenta en la que figuraban como beneficiarios su esposa y sus siete hijos (cinco de ellos menores de edad).

Se eligió un gestor de los fondos, cuya identidad Pujol aún no ha revelado, y la aceptación formal del legado por los beneficiarios no se produjo hasta los años noventa, cuando todos los hijos del matrimonio alcanzaron la mayoría de edad. En ese momento, el mayor de ellos, Jordi Pujol Ferrusola, fue nombrado gestor por el resto y el dinero se envió a Andorra. No está claro que hoy Pujol entre en estos detalles en el Parlament, ni tampoco si revelará la suma del legado en el año 1980, una cantidad en dólares que 34 años después puede parecer modesta, teniendo en cuenta la inflación, los cambios de divisas y la implantación del euro, pero que en aquel momento no era despreciable.

Desde su confesión de finales de julio, pensada para provocar el máximo desconcierto en el Gobierno central y gestionar el calendario de evolución del escándalo, Pujol organizó primero su equipo jurídico. Aunque en un primer momento barajó la idea de hablar sobre el asunto con Miquel Roca, compañero de partido y actividad política hasta 1996, descartó la idea antes de hacer ningún movimiento. Finalmente, Cristóbal Martell se incorporó a un equipo que ya dirigía Alberto Carrillo. También se decidió a visitar a personas con las que en el pasado mantuvo relación política intensa y pedirles perdón. Y, finalmente, a preparar su intervención de hoy.

Han sido jornadas marcadas por un intenso debate con sus asesores y su familia. Primero, sobre la conveniencia o no de comparecer en el Parlament. Una parte de sus asesores defendía que después de la resolución de «condena» del Parlament, en el debate de política general de la semana pasada, ya no tenía ningún sentido. También, aseguran fuentes de su entorno, porque podía haberse hecho ya tras acabar ese debate y menos próximo a la firma del decreto de convocatoria de la consulta del 9 de noviembre, previsto para mañana. A final, el propio Pujol ha mantenido su decisión de responder ante la Cámara.

Una situación que ilustra la lejanía entre Pujol y partido, que ahora pilota el president Artur Mas. Las fuentes consultadas reiteran que estos días no ha habido ningún tipo de contacto y que el contenido de la comparecencia del expresident es una incógnita para la formación nacionalista.

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