

El Departamento de Salud ha puesto en marcha una estrategia de atención a las urgencias sanitarias con riesgo vital, en las que el tiempo de respuesta constituye un factor decisivo. Su objetivo es garantizar en toda Navarra una atención “homogénea, equitativa y de elevada calidad técnica”, según ha explicado la directora general de Salud, Cristina Ibarrola, en rueda de prensa.
En una primera fase se activarán los protocolos relativos al ictus y al infarto de miocardio. Posteriormente, en un segundo momento, se implantarán los de otras emergencias sanitarias, como la parada cardiaca extrahospitalaria, el politraumatismo y trauma grave, la sepsis y la hemorragia masiva.
Estos protocolos definen tiempos máximos para la aplicación de técnicas diagnósticas y terapéuticas, así como pautas específicas de actuación y tratamiento que son activadas desde el centro de coordinación de urgencias y en las que intervienen los médicos coordinadores del 112, Atención Primaria, servicios de urgencias extrahospitalarios y de los hospitales, así como neurólogos, cardiólogos, unidades de cuidados intensivos, unidad coronaria y unidad de ictus, etc.
En este tipo de urgencias, denominadas “tiempo dependientes”, el tiempo de actuación, la identificación precoz de los síntomas, la primera atención sanitaria y el traslado rápido a unidades especializadas son cruciales para incrementar la supervivencia y para mejorar la calidad de vida y la discapacidad o dependencia tras sufrir estos procesos. El pronóstico de estas patologías depende directamente del tiempo transcurrido hasta la atención y del empleo de técnicas especializadas. Gracias a la aplicación de la estrategia, toda la organización actúa desde el primer momento con criterios homogéneos.
800 infartos y 1.100 ictus al año
En Navarra se registran cada año 800 infartos de miocardio y más de 1.100 casos de ictus cerebral. Actualmente se dispone de técnicas de desobstrucción de las arterias que reducen la mortalidad, las secuelas posteriores y mejoran la calidad de vida.
Estas técnicas específicas se realizan en unidades especializadas y por personal cualificado, por lo que los protocolos de ictus e infarto de miocardio garantizan la identificación precoz de los pacientes, que pueden beneficiarse de estas técnicas y la rápida movilización de todos los profesionales implicados para conseguir la más rápida valoración en el diagnóstico y aplicación de estas técnicas terapéuticas a estos pacientes.
En concreto, el código ictus pretende identificar adecuadamente a los pacientes con ictus y proporcionar terapias de reperfusión (desestruir las arterias) y/o de cuidados especiales en unidades de ictus en el menor tiempo posible a aquellos pacientes en los que esté indicado.
Por lo que respecta al código infarto, se permite la rápida identificación, notificación y traslado a centros de referencia especializados para aplicar tratamientos de reperfusión a pacientes en los que esté indicado, en el menor tiempo posible.
Entre otros, los objetivos de la estrategia de atención a las urgencias tiempo dependientes son: reducir la mortalidad extrahospitalaria y la producida en las primeras 24 horas del ingreso hospitalario; bajar los tiempos generales de activación y llegada de los servicios de urgencia al lugar del suceso en casos de sospecha de urgencia vital; incrementar el porcentaje de paradas cardiacas extrahospitalarias a las que se aplican in situ maniobras de resucitación y/o desfibrilación, incrementar el porcentaje en el que se logra la reversión de la parada; y lograr que en los casos de sospecha de cardiopatía isquémica, ictus o politraumatizados se active el dispositivo hospitalario previamente a la llegada del paciente al centro.
Además, se pretende garantizar que el transporte de las emergencias se realice con los medios técnicos adecuados y reciban los cuidados establecidos en los protocolos; lograr que las urgencias de estas patologías lleguen al hospital antes de una hora; reducir los tiempos desde el primer contacto médico hasta la realización de la primera prueba diagnóstica y hasta la primera intervención clave establecida en el protocolo; incrementar el porcentaje de pacientes con eventos vasculares que se someten a algún tipo de revascularización y/o terapia trombolítica conforme a los tiempos establecidos en los protocolo; capacitar a la población en la identificación y actuación adecuada ante signos y síntomas de alarma vital; y mejorar la formación en atención a la urgencia vital del personal sanitario y de los servicios de protección ciudadana.