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EDITORIAL. …Y en verano, calor e incendios

EDITORIAL. …Y en verano, calor e incendios
Avión anti incendios.
Avión anti incendios.

Llegado el verano con todos sus rigores, empiezan a producirse los consabidos incendios en nuestros bosques y campos de cultivo. Al fuego producido en el término del Alto de Bigas de Ujué, en Navarra, hay que sumarle el mismo día de ayer el ocasionado cerca de dos poblaciones de la provincia de Guadalajara, Aleas y Bustares, muy próximas y con un frente de fuego unido amenazante. Y a éstos, habrá que sumarles otros de menor virulencia ya apagados y otros que, sin duda, se irán produciendo desgraciadamente a lo largo de la época estival fruto del calor, del viento y de los descuidos personales. Nada nuevo.

Nada nuevo, ¿por qué? ¿Es que no tenemos memoria histórica? Al invierno le sucede la primavera y a ésta, el verano. Es algo tan sabido como que al 1 le sigue el 2, y a éste, el 3. Y sin embargo, año tras año, padecemos y sufrimos el fuego, los incendios, las desgracias materiales y personales, la desaparición de bosques, pueblos y/o zonas naturales protegidas, y los discursos sesudos de nuestros representantes que cuando ven aparecer las cámaras se aplican a desenfundar su repetitivo ‘speech’ para tranquilizar y animar a la población.

Ya vale. Todos los años igual. Todos los veranos igual. ¿Es que no aprendemos? ¿No hemos sacado conclusiones de otros incendios pasados, o de las recientes inundaciones en Navarra y en otros lugares?

Para que las lluvias no causen tantos estragos (a veces son inevitables), convendría tener limpios los cauces de los ríos, las orillas y sus afluentes, así como destinar una partida a que esas labores las hagan profesionales. Las orillas no deberían acumular basuras y desperdicios naturales (ramas, hojas, troncos, piedras…) o artificiales (plásticos, botellas, latas, cajas, neumáticos, bolsas…). Y para que los fuegos (a veces también son inevitables) no deriven en incendios devastadores, también sería necesario inculcar a todos una labor de limpieza y precaución, tanto en bosques, como en campos, en asadores al aire libre, maleza silvestre, carreteras, caminos o huertas, así como también mantener un Cuerpo de Bomberos acorde a las circunstancias.

Una acción tan simple como la de mantener una actividad de prevención, de limpieza y de control en estos lugares nos podría ahorrar muchas desgracias y demasiados costes adicionales posteriores. No es cuestión sólo de repoblar a posteriori a bombo y platillo y muchas cámaras de televisión parajes afectados en el pasado por un incendio, no. Simplemente, una diferente mentalidad general valdría para concienciar a excursionistas, agricultores, cazadores…. de que un monte limpio evita muchos incendios. Educación se llama. Pero si esa labor educativa fuese también acompañada de una dedicación previa especial por parte de nuestros gobernantes locales, regionales y nacionales para ampliar partidas a ese destino, muchísimo mejor.

Ahora ha sido en Ujué, y en Aleas y Bustares (Guadalajara)…. ¿Y mañana?

Redacción N. I.

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