Hace falta reformar la Constitución, sí: para quitar a las Comunidades Autónomas toda competencia legislativa y que sean meros entes de gestión.
Hace falta reformar la Constitución, sí: para prohibir subvenciones a partidos, sindicatos, patronales y asociaciones no de utilidad pública.
Hace falta reformar la Constitución, sí: para eliminar aforamientos y acabar con el control político de la Justicia.
Hace falta reformar la Constitución, sí: para prohibir que se pueda rescatar o avalar a empresas privadas con dinero público.
Hace falta reformar la Constitución, sí: para prohibir toda subvención cultural y a medios de comunicación, así como la propaganda institucional.
Hace falta reformar la Constitución, sí: para prohibir las TV públicas, que solo sirven para propaganda del poder político de turno.
Hace falta reformar la Constitución, sí: para imponer cadena perpetua a los delitos especialmente odiosos (terrorismo, violación, pederastia…).
Hace falta reformar la Constitución, sí: para implantar mecanismos revocatorios de los representantes públicos, si hay incumplimiento electoral.
Hace falta reformar la Constitución, sí: para que pierda inmediatamente la condición de funcionario público el que viole los derechos constitucionales.
Hace falta reformar la Constitución, sí: para implantar un mecanismo efectivo de convocatoria ciudadana de referendos e Iniciativas Legislativas Populares vinculantes.
Pero quien piense que la actual Casta política va a impulsar alguna de esas reformas, que limitan su poder, es que vive fuera de la realidad.
Por eso, como paso previo a efectuar a esas reformas, necesitamos jubilar a la actual Casta política y meter en el Parlamento aire fresco.
Luis del pino, director del programa Sin Complejos de esRadio
No es fácil encontrar un camino para lograr la convivencia entre los españoles. Pero si existe alguna vía no es otra que la de acabar de una vez nuestra Constitución inconclusa, a fin de que defina de una vez el modelo de Estado definitivo. Resulta una paradoja que España, el estado más antiguo de Europa, sea incapaz de seguir siéndolo en el futuro. Por tanto, acabar la Constitución, significa sobretodo la reforma profunda del Título VIII, tratando de neutralizar así a los independentistas.