¿Es la vanidad, la prepotencia, la soberbia o el propio poder, que aglutina todo ello? Lo cierto es que la Presidenta del Gobierno Foral, en un alarde de vanidad y prepotencia, se ha sumergido en la revista “Vanity Fair” para dejar a Navarra, reflejada en su persona e imagen, al ras del suelo.
Podrá decir: me aconsejaron mis asesores. Sin embargo, la decisión final es de uno mismo. Como la decisión de dimitir o no de su cargo. Luego… lo que la responsabilidad está ahí.
Las declaraciones realizadas han ido más allá de lo desafortunado. Y Barcina en un intento de salirse de rositas, ha pasado a culpar a “otros” -nada más y nada menos que a la prensa- de sus infortunios y cobro de dietas. Caso que, tras ser elevado, por estar aforada, al Tribunal Supremo, fue archivado. Pero nunca se archivó la culpa ética, moral y política de ese millonario cobro de dietas de CAN que se sumaban a otras y al sueldo por cargo.
En esta revista “vanidosa” no habla ya de ése alicatador que, según la presidenta Barcina, cobraba 3000 euros y sigue incidiendo en que eran tiempos de “bonanza económica y se veía bien”. Pero si esto se hubiera sabido en ésos “tiempos de bonanza” a los que se refiere, seguro que a los ciudadanos, a ésos que según ella vivían tan bien, les hubiera parecido igual de mal que en estos momentos. La diferencia es que ahora lo ven mal y además lo pasan mal económicamente. Y encima el regodeo de sus palabras para justificar lo injustificable suena a impunidad y a estar por encima del bien y del mal.
Las actuaciones realizadas pueden esconderse detrás de una imagen y sonrisa. Pero las actuaciones inmorales pasan factura y definen a la persona. No es de extrañar, pues, que estas declaraciones enerven a los de UPN y a nosotros, los medios de comunicación.
Directora Navarrainformacion.es