“Dejar atrás el odio, reconocer el daño causado a las víctimas” son, entre otras, las palabras del Sr. Lehendakari del Gobierno Vasco, D. Íñigo Urkullu, en su mensaje de Fin de Año 2013.
Es la primera vez que escucho palabras como estas de un nacionalista vasco. Aunque la expresión de víctimas sí es más frecuente escucharla del mundo nacionalista, porque, según dicen, ellos también las tienen y quieren compararlas y meter a todas en el mismo saco, es decir, a los malhechores con las víctimas.
Es una pena que cuando pide que dejen de “odiar”, no diga quienes somos los odiados, aunque -quiero entender- que se referirá a todo el españolismo.
Ese odio en contra de la Guardia Civil y Policía en general; ese odio en contra de nosotros mismos, los vascos, a veces hasta llegar a matarnos a los que no somos nacionalistas como vosotros y si nos manifestamos, con orgullo, españoles; ese odio que es la triste herencia de los perdedores de la Guerra del 36, siguiendo la doctrina de Sabino Arana “ya sabéis euskaldunes que para amar al euskera tenéis que odiar a España”, y que sigue haciéndonos derramar tantas lágrimas y tanta sangre de víctimas inocentes… Y todo ello, Sr. Lehendakari, con la ayuda y el visto bueno de la gran mayoría de los «jauntxos euskaldunes”.
¿Por qué no dice -como yo digo- de dónde procede ese odio que, en tantos años, no os ha preocupado y, al parecer, hoy le molesta tanto? ¿qué favores nos va a pedir a las víctimas a cambio de ese cese de odio que vd. está pidiendo? ¿la independencia? ¿Navarra…? De todas las maneras, le agradezco su postura hacía nosotros, los odiados. Más vale tarde que nunca.
Pello Urquiola, bertsolari de Leiza (Navarra)
