

Tres meses después de la muerte violenta de la niña Asunta Basterra Porto, que falleció el 21 de septiembre presuntamente tras ser sedada y asfixiada, un sencillo e improvisado altar en el terreno forestal de Teo (A Coruña), donde dos viandantes hallaron su cuerpo sin vida, recuerda a esta pequeña.
Sus padres, que la adoptaron cuando aún no había cumplido un año, siguen estando acusados de asesinato y la madre, Rosario Porto, no accedió hasta esta semana, en la que se sometió a la primera sesión de un examen psiquiátrico forense, a la reconstrucción de cuáles fueron sus pasos durante la jornada en la que se consumó el crimen.